¡50 años de la Reforma Agraria!

Este año se ha cumplido medio siglo de varios hitos mundiales importantes en la historia contemporánea: el asesinato del Che en Bolivia, el golpe de Estado de los coroneles en Grecia, el de Indonesia con que culminó la masacre anticomunista y la guerra de los Seis Días, en que Israel se anexó buena parte de territorio palestino... Aquí conmemoramos con tristeza el suicidio de Violeta Parra, pero en contrapartida celebramos tres acontecimientos

La toma de la casa central de la Universidad Católica por sus estudiantes, comienzo de una reforma imparable en la democratización de los planteles de estudio superiores.

La promulgación de la Ley de Sindicalización Campesina, que dio dignidad y fuerza a 200 mil de esos hombres y mujeres que cultivan nuestros alimentos.

La Ley de Reforma Agraria, iniciada en tiempos del Presidente Frei Montalva y profundizada con el Presidente Salvador Allende.

¡50 años de la Reforma Agraria! Las nuevas generaciones poco conocen este hito que nos democratizó y nos modernizó. Gran parte del campo chileno, dormido en latifundios que no producían lo que el país necesitaba, se puso en movimiento al entregarlo a quienes la trabajaban, con apoyo estatal y empoderados por su nueva organización sindical.

Bajo el gobierno de la Unidad Popular se llegó a los 10  millones de hectáreas expropiadas y se nacionalizó el agua, complemento indispensable para las siembras, que era distribuida equitativamente por el Estado según necesidad de los agricultores.

Para poder concretarla, Frei Montalva debió modificar la Constitución de 1925 vigente entonces, que impedía tocar la propiedad privada. Lo consiguió argumentando una necesaria “función social”, encontrando apoyo en un Congreso socialmente consciente y con el ejemplo moral de la Iglesia Católica: el arzobispo de Santiago, Raúl Silva Henríquez, cinco años antes había entregado tierras eclesiásticas de su diócesis a los campesinos.

Caímos bajo la bota militar y con la dictadura llegó la contra-Reforma Agraria, se devolvió un tercio de las tierras expropiadas a los antiguos propietarios y otro tanto se vendió a nuevos empresarios capitalistas y algunas quedaron para el Estado. El resto se entregó a 40 mil campesinos opositores a la Unidad Popular.

Con los allendistas, ¡sabemos cuánto se ensañaron los patrones con apoyo uniformado! Nunca se conocerá el número de trabajadores agrícolas que murió bajo tortura, desaparición forzada o fusilamiento. Muchos piensan que aquí comenzó a planearse el golpe civil-militar del 73.

Los mapuche también ganaron con esa conquista. Muchas de las tierras expropiadas por la Reforma Agraria les pertenecían y el gobierno de Allende se las había devuelto: las que el Estado chileno, después de la “pacificación de la Araucanía” (fines del siglo XIX), les confiscó al relegarlos a reducciones a través de “mercedes” de tierra - con derecho de uso, ni siquiera de propietario - que pronto se desconocieron para entregarla a agricultores winkas. Estas son las que hoy el mapuche reclama.

Y son las que habría que restablecerles, así como otras conquistas de esa legislación como la nacionalización del agua, opinó el artífice y conductor de la Reforma Agraria, Jacques Chonchol, durante el lanzamiento del librillo “Reforma Agraria” (Editorial Aún Creemos en los Sueños, de Le Monde Diplomatique, Santiago, 2017), en la reciente Feria del Libro de Santiago.

Jacques Chonchol, doctor en Ciencias Políticas en Francia gracias a sus años de exilio, totalmente lúcido a sus 91 años, lanza esa y otras ideas a los candidatos a la presidencia. Considerando que Chile tiene poca tierra cultivable (menos de 5 millones de hectáreas), le preocupa nuestra alimentación, su especialidad. Como a su juicio ningún país puede alimentar su gente solo con el comercio internacional (exportaciones), cree necesario recuperar el control del agro para el Estado a fin de que éste lo destine en primer lugar a nuestra seguridad alimentaria.

Los habitantes del planeta crecemos a pasos gigantes y se requiere prever su alimentación futura. Chonchol denuncia que hay grupos transnacionales que  hoy compran tierras en todos los continentes para manejar y lucrar con la vital producción, y en Chile, para desarrollo urbano o parcelas de agrado. Ciertamente que no queremos una nueva concentración de la tierra desde dentro o de fuera de nuestras frontera, ni menos que nos dicten el menú, ¿seguir consumiendo chatarra que pone obesos a nuestros niños …? De ninguna manera.

Chonchol culpa también de la escasez de tierra cultivable a los millones de hectáreas de monocultivo forestal (pino/eucalipto), parte importante de la cual habría que destinar a la siembra de alimentos.

Así como ve negro el futuro del agua para la agricultura y necesidades humanas si no vuelve a ser un bien social de uso público. Privatizada por la dictadura, somos el único país en esta condición y para revertirla bajo Bachelet ya comenzó a debatirse un proyecto de ley que su sucesor(a) deberá mejorar tal vez y continuar hasta el final.

Son temas vitales que no se escuchan en los debates presidenciales, pero que están ya en la agenda de algunos candidatos, como veo en el de Guillier cuando en sus Bases Programáticas centra el eje en convertirnos en “Potencia agro alimentaria”. Tengámoslo en cuenta al votar el 19.

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