A propósito de Alzheimer

Con absoluta razón  han sido cuestionadas como improcedentes las declaraciones del senador y  candidato presidencial Alejandro Guillier quien dijo “yo no sé si el ministro del Interior sufre de alzheimer o es así”. Concuerdo en que una descalificación personal dura como ésta no es admisible y menos en quien aspira a dirigir el gobierno nacional.

Conozco la trayectoria del hoy ministro Mario Fernández y más allá de las diferencias ideológicas y de criterios políticos o jurídicos, tengo absoluto respeto por su conducta profesional y su paso por importantes instituciones del Estado, incluido el tribunal constitucional; concuerdo en que no es aceptable que se le haya tratado de ese modo. Como sabemos, el  alzheimer es una enfermedad compleja, seria, que deteriora las funciones cerebrales. Una de esas funciones es la memoria.

La memoria puede ser también intencionadamente soslayada, evadida o descartada en función de otros intereses, como suele suceder. El propio senador Guillier, por ejemplo, puede ser considerado “olvidadizo”si se tiene en cuenta que en el pasado, cuando ejercía como periodista, mostró interés real respecto de las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por los agentes de la dictadura de  Pinochet.

Lo que sin embargo no fue obstáculo para que en junio de este año en plena sintonía con los senadores derechistas, patrocinara un proyecto de acuerdo, invocando “razones humanitarias”, en favor de la libertad de esos mismos agentes de la dictadura, hoy en prisión. Y que están en prisión, gracias a la larga lucha de los familiares de las víctimas y el apoyo de las organizaciones y profesionales del mundo de los derechos humanos.

Es más, en un conocido programa radial de esta misma prestigiosa emisora el lunes 14 de noviembre el mismo senador Guillier, refiriéndose a las dificultades que se habían producido al interior de la alianza gobernante en el país, sostuvo que  no estaba seguro “que el Partido Comunista pueda subsistir fuera de la Nueva Mayoría”.

Un evidente nuevo caso de desmemoria del parlamentario toda vez que cabe suponer que conoce la historia del país y no ignora que el PC ha subsistido en medio de las más duras condiciones de represión vividas en Chile. Así fueron entre otros los años de los dictadores Carlos Ibáñez y Gabriel González Videla y desde luego durante el tiempo de la tiranía impuesta tras el golpe del 73.

Sostener hoy siquiera la posibilidad de que dicha organización no pueda subsistir en determinadas condiciones constituye, entre otras cosas, otro claro ejemplo de pérdida de la memoria.

Pero hay que decir que, lamentablemente, no es el único que pierde la memoria. También le sucede al ex presidente Sebastián Piñera - y a quienes hoy le defienden - a propósito del controvertido tema de la inversión hecha por la sociedad Bancard, matriz de sus operaciones en la empresa pesquera peruana Exalmar en un delicado momento de las relaciones entre ambos países. Sus defensores y él mismo han pretendido presentar la imagen de una blanca paloma. Ello sí que implica una enorme pérdida de la memoria.

Nadie que sea fiel a la verdad puede olvidar que don Juan Miguel Sebastián Piñera Echeñique ha sido el único presidente de toda la historia de Chile que, antes de serlo, fue encargado reo comoautor del delito de defraudación y estafa, sometido a proceso, ordenada su detención y encargada su inmediata prisión preventiva mediante decreto judicial a firme y ejecutoriado.

Fue el caso Banco de Talca, causa rol número 99.971 – 6, del Segundo Juzgado del Crimen de Santiago de fecha 27 de agosto de 1982 y la resolución fue dictada por el Ministro en Visita, señor Luis Correa Bulo, especialmente designado para investigar y sentenciar ese escandaloso fraude.

La policía intentó infructuosamente cumplir la orden judicial, pero consta en el expediente que no se le pudo ubicar y que se informó que no residía en su domicilio de entonces de calle Otoñal 1015, Las Condes. Esos son hechos concretos, comprobables hoy mismo, y sólo un alzheimer esta vez real, o las conveniencias del momento, pueden omitirlos.

Digamos además que la historia de la estafa del Banco Talca y de sus autores, que fueron varios, tiene también un final conocido. Primero gestiones de la ex ministra de Justicia de Pinochet doña Mónica Madariaga, y, finalmente, el 20 de septiembre del mismo año 1882, en un recurso de amparo, un pronunciamiento absolutorio increíble de la Corte Suprema de la época.

Que no falle la memoria, que nadie olvide, era aquella Corte Suprema absolutamente leal a la dictadura. Era esa misma Corte que nunca hizo justicia por los crímenes de lesa humanidad perpetrados desde el 11 de septiembre de 1973. Tanto así que, recordemos, hace muy pocos años don Rubén Ballesteros, siendo entonces presidente del alto tribunal, pidió públicamente perdón por los atropellos de esa Corte.

En fin, la desmemoria parece afectar a buena parte de la población. Hay, por ejemplo, sectores políticos progresistas que hoy hacen público su deseo de levantar la candidatura presidencial de quien dirigió el operativo que permitió salvar a Pinochet de su inminente traslado de Londres a Madrid para ser juzgado en España.

También están los que pareciera que han olvidado que las aguas son, por su propia naturaleza, un bien nacional de uso público. Y que así fueron siempre hasta que la dictadura derechista del 73 las transformó en mercancía. Por supuesto en favor de las grandes empresas nacionales y extranjeras. Derechos de agua que se venden como cualquier mercadería.

La reforma, menor, actualmenteen curso desde el 2011, lamentablemente sin efectos retroactivos, ha sido condenada por la extrema derecha y, cómo no, por la Sociedad Nacional de Agricultura. Las aguas fueron encarceladas por la dictadura y entregadas en bandeja a la voracidad del gran empresariado.

La situación es muy grave en un país como el nuestro que cuenta con unas cien cuencas hidrográficas, de las cuales en su gran mayoría hay escasez hídrica. Es urgente poner fin al carácter privado y mercantil de las aguas en Chile. Y  por supuesto debe introducirse un cambio en el proyecto para dejar sin efecto las concesiones vigentes que copan hoy el 90% de las aguas.

Antes de la dictadura y su modelo “chicago boys” era impensable la privatización de los elementos naturales. Nadie hubiera imaginado que las aguas o el aire fueran considerados mercaderías ajenas a su destino natural para transformarse en paquetes de mercado.

Viene al caso recordar la bellísima “Oda al Aire” de Pablo Neruda quien, elogiando al vital elemento, le decía pero una cosa te pido, no te vendas, que no te canalicen, que no te entuben, que no te encajen, que no te hagan tabletas, que no te metan en una botella”. Pero, ya lo vemos, el capitalismo es implacable y termina por encapsular, canalizar y comprar  hasta a seres humanos.

Tampoco creo que fue alzheimer lo que hizo olvidar la gravedad de permitir el regreso al Uruguay de los oficiales condenados por el asesinato del químico de la DINA Eugenio Berríos.

Como todo mundo sabe, Berríos fue asesinado por orden de la dictadura chilena en complicidad con la dictadura uruguaya de la época porque “sabía demasiado” respecto de episodios tan profundos y horrorosos de crímenes masivos como el  caso del “Cuartel Simón Bolívar” y muchos otros asesinatos como el de Carmelo Soria y, probablemente, la propia muerte de Pablo Neruda.

Todo lo dicho, espero, sirva al menos para tener más cuidado al hablar de Alzheimer.

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