¿A quién le rindió cuentas el Presidente?

El Presidente presentó su última Cuenta Pública ¿pero a quién? Un discurso habitado por frases de marketing desconectado con la situación que vive el país. Llama la atención la contundente ausencia de la agenda sanitaria, social y económica que urge llevar a cabo para superar la crisis y apurar la reactivación de nuestra economía. Habló como si no pasara nada en el país y, al contrario, acotó aún más los compromisos adquiridos para ampliar fondos destinados a salud y apoyar a la pyme, por ejemplo.

No es que desde la oposición quisiéramos "siempre ser negativos", pero la puesta en escena de este 1 de junio no colabora a encontrar motivo de halago. Y claro que es difícil pronunciarse al respecto sin sentir algún grado de decepción, porque se trata de un acto republicano que nos debiera permitir conocer el detalle del avance del camino definido por quien fue electo para conducir el país, sin duda La Moneda volvió a quedar al debe.

Un gesto de 23 segundos no basta. Aquel esperable homenaje a las víctimas de la pandemia no es lo que el país merecía. Menos si esa petición de perdón -porque las ayudas no llegaron a tiempo, son insuficientes y se fracasó en la estrategia sanitaria- pareció un trámite para el Mandatario, una excusa para dejar de cumplir con una rendición de cuenta prolija y satisfactoria.

Lamentablemente, estamos tan acostumbrados a no esperar el cumplimiento de las promesas legislativas del Gobierno. Porque esta administración se ha dedicado a no respetarlas, pero no corregir el rumbo pese a la petición desde todos los sectores, es desalentador... o un motivo más para insistir en la exigencia desde la mesa del Senado, emplazando al Ejecutivo a implementar medidas concretas y con mayor cobertura. ¿Cómo explicar la incongruencia entre el discurso y acciones de La Moneda?

Pues bien, al parecer no existe la conciencia oficialista de que éste será recordado como uno de los gobiernos donde no hubo capacidad de garantizar el orden público, la seguridad de las personas y que prometió mucho, pero hizo muy poco. El gobierno de la letra chica.

El discurso fue el reflejo de una administración donde incluso el año pasado hubo áreas que tuvieron 0% de avance, como Obras Públicas, Transportes y Telecomunicaciones. No por nada, este gobierno cuenta con el triste récord de 37% de cumplimiento en las promesas de su programa y un avance de 3% durante 2020, según consigna la Fundación Ciudadanía Inteligente.

El único punto que llamó la atención y genera un debate, que espero pueda ser nuevamente traducible en ley, es al que nunca la derecha se ha allanado. Es tiempo, siempre hemos estado por legislar al respecto, de reconocer la decisión de poder optar por un matrimonio igualitario. Sin duda, una cuña en su sector y que el mismo Presidente se autoimpuso el deber de sortear.

Entonces, ¿a quién rindió cuenta del Presidente Piñera? No fue a los "niños primero", ni a la "clase media, los 15 millones de compatriotas" que promete el Gobierno alcanzar con medidas para enfrentar la pandemia. Ni a los adultos mayores, tampoco a las pymes ni a regiones. Al menos no en lo que escuché. Pareciera se habló a sí mismo.

Pese a lo contradictorio de este discurso presidencial, me quedo con el compromiso adquirido para estos últimos meses hasta el fin de su mandato: Garantizar que la Convención Constituyente funcione y velar por un proceso electoral limpio, transparente, secreto e informado, como siempre ha sido en Chile.

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