Acompañemos a la Convención, es la única que tenemos

No soy fan o groupie de cómo se inició el proceso constituyente en el que estamos insertos. Este se generó más por los grados de violencia que existían en ese momento que por las demandas de las movilizaciones sociales de octubre de 2019.

De todas formas, ese es un debate pasado y hasta algo añejo como para quedarse estancado en ese análisis. Sin embargo, veo una creciente crítica al comportamiento de los convencionales. En ocasiones coincido con ella, por ejemplo, cuando el convencional Baradit dijo que le parecían "convenientes" las funas a sus pares de Vamos por Chile, porque así "sufría un poquito lo que los chilenos hemos sufrido", dichos de los que tuvo que arrepentirse y pedir excusas.

De todas formas, aun cuando existen hechos negativos, es bueno recordarle a esa creciente masa crítica que este proceso es de las pocas vías institucionales que fueron acordadas durante la contingencia social del año 2019. Es bueno rememorar que la llamada Agenda Social propuesta por el Gobierno no tuvo mayor impacto y muchos de esos proyectos se perdieron en el proceso legislativo, y también por la contingencia del Covid-19.

También recordarles que los poderes del Estado no se encuentran en buenos términos para llegar a acuerdos en materias como salud o pensiones, y que es probable que una vez más sean postergados. Por tanto, la labor que tiene la Convención Constitucional hoy resulta de vital relevancia para el futuro.

Debemos comprender que la configuración que tuvo la CC después de la elección de los convencionales habla de una cultura y dinámicas políticas distintas a las que estamos acostumbrados. Tradicionalmente cuando pensamos en política miramos hacia el Congreso o La Moneda, donde están personas quienes llevan años (algunas décadas) diseñando políticas públicas, y ellos también crearon una subcultura. Los convencionales han venido a rediseñar esas formas, al menos por un rato. No es menor que parte importante de los discursos de la presidenta de la CC Elisa Loncon apelan más a los sentimientos que a la razón, una vez llamó a "a hablar desde el poyewvn, el amor", una situación que probablemente no tiene antecedentes para la política chilena.

Por otro lado, dejando de lado las polémicas y juicios, no es menor que los convencionales y sus equipos almuercen en los patios del Congreso de Santiago, es una imagen en la que se está comunicando algo.

Parte importante de las esperanzas de los chilenos está puesta en esa institución. Si fracasa este proceso pasarán dos fenómenos complejos: el primero, es escasamente probable que tengamos otra oportunidad de cambiar la Constitución con la legitimidad que tiene éste; y el segundo, más delicado, es que tendremos una frustración en las personas, lo que nada ayuda a la paz social.

Sabemos que es parte del objetivo de algunos grupos conservadores que esto no llegue a buen puerto. El rol que deberíamos jugar todos es de acompañamiento y apoyo a la Convención, tanto en general como a sus integrantes. Estamos en un proceso para diseñar un nuevo contrato social que redelineará las formas en que interactuemos como sociedad; depende de los convencionales y también de nosotros que tenga un destino satisfactorio.

Finalmente, la Convención y sus integrantes nos han venido a sacar de la zona de confort a la que estábamos acostumbrados, y tal vez es una invitación a pensar fuera de la caja. Estamos en medio de un proceso político distinto, las últimas tres elecciones nos han dejado más o menos claro que la ciudadanía no desea la oferta tradicional, las victorias del diputado Boric y del exministro Sichel son parte importante de eso.

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