Adiós Don Patricio

Ha dejado de existir Patricio Aylwin en su cuerpo físico. Como pocos Aylwin no dejará de existir. Es un personaje fundamental de la historia reciente y crucial en la reconstrucción democrática de Chile.

A pesar de que le tocó vivir los momentos culminantes de la historia de Chile, el colapso del 73 y la recuperación democrática del 88.

A pesar de que encabezó la oposición democrática a Allende, la campaña del NO y la transición a la democracia.

Paradojalmente es un personaje tremendamente querido por su pueblo.

Sólo por esas circunstancias, es y seguirá siendo un personaje de contradicción. Pues esos procesos, y no solo sus actores, aún son tremendamente contradictorios para la sociedad chilena y especialmente para su cultura política. 

Tal como dice Ascanio Cavallo los hechos y la complejidad son un obstáculo enorme para el pensamiento papanata.

Las simplificaciones y caricaturas que le permiten, a las identidades políticas superficiales, vivir de mitos e ideas simples tienden a perdurar en el tiempo, cuando no hay autocrítica.

El camino fácil del insulto, la demonologización del supuesto adversario termina por confundir a su propio autor, impidiéndole una correcta relación entre teoría y práctica, pues termina deformando la realidad que pretende conocer para transformar. Una forma de alienación auto provocada, también observada en su otra cara, el culto a la personalidad de los regímenes totalitarios.

No es el objetivo de esta nota analizar esos momentos complejos, ni menos la complejidad del propio Aylwin.

Este es el momento de despedir al líder del pueblo, al pacificador de la patria. Aquel que en el momento crucial de su vida y de su país fue ungido como su conductor.

El nombramiento de Aylwin en si mismo fue un elemento de reencuentro de los chilenos. Por cierto, honró a un militante democratacristiano, pero la historia evaluará como una de las páginas más brillantes de generosidad y lucidez política de socialistas y radicales, y sin miedo a equivocarme, también de los comunistas.

Por cierto, la cercanía de los hechos y la noción repetida por el propio actor, en el sentido de que no había muchos caminos alternativos, en nada reduce la importancia de la voluntad política que dicha nominación y apoyo entrañó.

Doblemente valerosa después de las difíciles páginas de enfrentamiento que a Aylwin le tocó encabezar.

Por mi parte, sólo debo decir que despido a un camarada que honró a mí y a mi familia con su amistad y cariño, de hombre humilde y sencillo. Hombre honesto y amable que tanto se echa de menos en nuestros tiempos.

Muchas veces tuve la oportunidad de discutir e incluso, lealmente nos permitió debatir con altura y respeto, pues no siempre estuvimos de acuerdo con él. Pero siempre fue capaz de reconocer la opinión adversa y nos dio lecciones en su capacidad de reconocer errores. En el fondo tal vez la mayor lección que recibí de él, que me permite reconocer y agradecer su testimonio de hombre valiente y gran estadista.

Don Patricio fue un constructor de acuerdos y amó a su patria con toda su pasión.Fue un humanista cristiano en tiempos difíciles, demostrando que es posible servir a Chile inspirado en el evangelio.

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