¿Alguien quiere invertir en un polvorín social?

A raíz del rechazo a la intención de legislar la ley tributaria, surgieron las opiniones de economistas y parlamentarios que señalaban que era una mala ley porque afectaba la inversión.

Sin entrar a discutir su argumentación y más allá de ser una constante en todos los debates tributarios, sorprende que ninguno de estos economistas y parlamentarios haya señalado que los grandes inversionistas tampoco invierten en países inseguros socialmente, porque sería invertir en un polvorín social.

Son muchos los factores que determinan la decisión de invertir en un país, sin embargo, es sabido la importancia que tiene la estabilidad económica y social. En Chile, la mayor inversión se generó en el periodo en que gobernó la Concertación justamente por la estabilidad que tenía.

Cuando se produjo el estallido social, muchos grandes empresarios señalaban la importancia de disminuir la brecha social y estaban dispuestos a aumentar las remuneraciones y también los impuestos. La realidad del estallido le exploto en la cara y los mismos que ayer eran una barrera para estos cambios, en los días siguiente se mostraron abiertos y dadivosos. Sus empresas e inversiones no podían sobrevivir y crecer con tal crisis social.

"Lo que hoy día necesitamos es un pacto social", dijo Alfonso Swett. "Antes de proponer desde los gremios, vamos a escuchar y dialogar; ese es el gran cambio y por eso, pedimos perdón por las orejas chicas que hemos tenido en el pasado y nos comprometemos ahora a tener orejas grandes", agregó.
Andrónico Luksic, por su parte, señaló: "Leo en sus miles de mensajes el cansancio por no ser escuchados, la indignación por los abusos, la desconexión de la clase empresarial, la ineficiencia de la clase política. Todos debemos reaccionar", escribió. Pidió soluciones, llamó a resolver las pensiones, la educación, la salud, el transporte, hoy y no mañana. "Y los que podemos, tendremos que ayudar a pagar la cuenta", añadió.

En una columna publicada el sábado 26 de octubre en La Tercera y El Mercurio, el día siguiente de la gran marcha, se mostró dispuesto a un impuesto a los altos patrimonios, pero sujeto a un gasto eficiente de los recursos públicos. La tituló con la misma sugerente frase que empleó siete días antes: "Ayudemos a pagar la cuenta". (Las citas son de La Tercera, del artículo titulado: "La bitácora empresarial del estallido: cómo el sector privado vivió la crisis de octubre de 2019", 15 de octubre 2022)

Al parecer los empresarios no han influido en los políticos o los políticos no han escuchado a los empresarios, porque naturalmente rechazar la intención de legislar una reforma tributaria, es totalmente ajeno a las intenciones de lo manifestado por los grandes empresarios. Incluso el impuesto a los más ricos que propuso Luksic.

Naturalmente el empresariado se da cuenta que no puede generarse desarrollo e inversión en el contexto de un país en crisis social, la misma que solo se ha aplacado pero que no ha tenido respuestas profundas a sus demandas. Sigue sin aprobarse la nueva ley de salud, la previsional, la descentralización, los temas de vivienda, entre otros. Si miramos la situación del 18 de octubre de 2019, no es muy distinta a la de hoy, salvo el aumento del sueldo mínimo y la PGU.

Los políticos siguen con el mismo discurso de siempre, como si solo los impuestos fueran la argumentación determinante que motiva las inversiones. Sin duda que es factor importante, pero de la misma manera quieren hacerlo en un país que le asegure seguridad y estabilidad en el tiempo. En África hay países con impuestos muy bajos y bajo precio de mano de obra, pero la inversión igual no llega, entre otros factores, por la inestabilidad social existente.

Es urgente que ciertos economistas y políticos readecuen su discurso a la realidad de los tiempos y al pensamiento de los grandes economistas e inversores del mundo. Continuar con lo mismo no nos lleva a salir de una vez de la crisis social que sigue latente.

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