Armanet, el pilar del lucro

“Recuerdo las conversaciones sostenidas con Pilar Armanet, quien había sido - hasta 1987 - directora del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, es decir, alguien que al menos en el papel aparecía como cercana al régimen. Que ella firmara por el PPD aparecía como una ampliación sustancial en la capacidad de convocatoria de la nueva colectividad”.

Este fragmento del libro “Mi vida, de la infancia hasta la lucha contra la dictadura” de Ricardo Lagos, grafica muy bien a Pilar Armanet.

Tanto así que 31 años después, ha quedado más que demostrada su cercanía con el fanatismo neoliberal de la dictadura, tras su protagónico rol en la última decisión del Tribunal Constitucional, dejando también en evidencia la mal entendida “amplitud” existente dentro del Partido Por la Democracia.

Porque sí, aunque suene increíble, fue el PPD el partido que lideró el ministerio de Educación durante los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet, y al mismo tiempo es una militante del PPD la que hace caer el núcleo de una de sus reformas más emblemáticas. Lo que hace tres décadas era un valor, hoy se ha transformado en un nuevo golpe a nuestra credibilidad. Por eso, junto a un grupo de 50 militantes, hemos solicitado formalmente su expulsión.

Tal vez el libro de Lagos se quede corto. Pilar está incluso más al extremo que la propia dictadura. En efecto, fue la junta militar la que estableció la prohibición del lucro en las universidades, a través del DL Nº 1 del ministerio de Educación de 1980, promulgado en enero de 1981.

La historia posterior es conocida. Muchas universidades privadas, creadas a partir de dicha regulación, comenzaron a desarrollar diferentes formas de elusión e infracción de la ley, para retirar utilidades y transformarse en lucrativos negocios: ventas del control de la universidad a terceros que asumen como asociados; contratos de corte inmobiliario, financiero, logístico u otros con empresas en que ellos mismos tienen intereses.

Este entramado fue creciendo como una bola de nieve, en muchos casos con la complicidad de los gobiernos de la Concertación (Armanet fue Jefa de la División de Educación Superior desde el 2000 al 2006). La premisa era ampliar la cobertura a cualquier costo, objetivo que se cumplió con creces, aunque el fin justificara los medios.

Lo único que buscaba el fallido artículo 63 de la nueva ley de educación superior, era dotar al ordenamiento jurídico de una herramienta eficaz para hacer valer la ley que la propia dictadura promulgó.

Para eso, se estableció que las personas jurídicas sin fines de lucro que conforman instituciones de educación superior solo pudieran tener controladores sin fines de lucro. ¿Suena lógico?

Para Pilar Armanet no, pues esa es exactamente la forma en como su último empleador, el grupo Laureate, ha extraído millonarias utilidades de los dineros que pagan las propias familias y el Estado con la recompra del CAE.

Los contratos entre las universidades Andrés Bello, de Las Américas y de Viña del Mar con su controlador, han sido la tónica para desviar millones de dólares y burlar la ley. Justo lo que se buscaba terminar.

En Laureate estaban asustados, pero al mismo tiempo confiaban en la eficiencia de Pilar. La frase de su CEO Eilif Serck-Hanssen, hace un par de semanas, lo grafica: “siempre y cuando se implemente esta ley tras la revisión constitucional se desencadenaría un evento para la desconsolidación de nuestros activos en el país”.

Por eso Armanet presentó, a nombre de la Corporación de Universidades Privadas, el fatal escrito ante el Tribunal Constitucional el 26 de enero, donde les entregó los argumentos precisos para desmantelar lo que con tanta dificultad habíamos logrado avanzar.

Paradojalmente, aquella fundadora del Partido Por la Democracia terminó apoyando un nuevo golpe blando del TC a las decisiones de la mayoría democrática.

La ex vocera de Bachelet se había transformado así en la Vocera y Pilar del Lucro. Tal vez en 1987 ya lo era.

 

 

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