Autonomía económica, primer paso para un camino hacia la igualdad de género

La relación entre las mujeres y el trabajo es una de las áreas donde se hace más evidente la desigualdad de oportunidades, beneficios y  derechos en relación a los hombres y donde “pesan” estructuras que, independiente de los indesmentibles avances en cuanto a participación laboral femenina de las últimas décadas, siguen  atentando contra su plena incorporación y participación en el desarrollo del país, en especial en los sectores más vulnerables.

Las mujeres enfrentan una serie de barreras y brechas en su inserción laboral, una de las más relevantes se produce a partir de  la división sexual del trabajo que les otorga las tareas de cuidado y trabajo doméstico, como también la segmentación ocupacional que hace que las mujeres se concentren en trabajos que son proyección de los roles tradicionales y peor remunerados. La maternidad también es un factor que limita su acceso por los prejuicios existentes sobre los costos que esta conllevaría en permisos y ausentismo.

En materia de brechas, las mujeres presentan mayores tasas de desocupación, de capacitación, de seguridad social y la más compleja, la brecha salarial. Las mujeres ganan en promedio un 30% menos que los hombres.

Por estas razones es que resulta tan importante hoy por hoy trabajar en torno a la autonomía de las mujeres, tanto en la vida privada como en la pública, volviéndose crucial para garantizar el ejercicio de sus Derechos Humanos. Así, la capacidad para generar ingresos propios y controlar recursos (autonomía económica), el control sobre el propio cuerpo (autonomía física) y la plena participación en las decisiones que afectan su vida y a su comunidad (autonomía en la toma de decisiones) constituyen “los tres pilares de la igualdad de género y de una ciudadanía paritaria” definidos por CEPAL. (“El Estado frente a la autonomía de las mujeres”)

La autonomía económica es un motor que  les da a las mujeres la oportunidad de tomar sus propias decisiones, proyectar su vida, enfrentar los conflictos sin las ataduras de la dependencia que a veces las obliga a permanecer en situaciones de violencia por no tener los medios para salir de ella.

Desde Fundación PRODEMU contribuimos desde hace 25 años a la autonomía económica de las mujeres entregando herramientas de formación en derechos y habilitación laboral, empoderando a las mujeres para que emprendan proyectos laborales, tanto de manera dependiente como independiente, apoyando sus emprendimientos y fortaleciendo sus capacidades.  Lo hacemos con la convicción de que es un paso fundamental para lograr reducir esas inequidades.

En este Día del Trabajador y la Trabajadora, y en medio del debate en torno a una Reforma Laboral, que ponga las condiciones para una relación de verdadero equilibrio entre trabajadores/as y empleadores/as, queremos hacer un llamado a reflexionar sobre la necesidad de aumentar la inserción laboral de las mujeres, en empleos de calidad, para el desarrollo de una verdadera autonomía económica.

De ello dependerá en gran medida el que las nuevas generaciones de mujeres tengan la posibilidad, no sólo de aportar al desarrollo del país, sino a comenzar a recibir los beneficios del mismo.

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