Aylwin-Goic, consideraciones

 A propósito de una invitación a analizar las implicancias del discurso de Goic en la despedida de Aylwin, me han estado dando vueltas unas ideas recurrentes desde aquel día. Por respeto al luto y al momento he ido esperando pero creo que ya es tiempo de compartirlas.

Sin duda la muerte de Aylwin ha causado una suerte de convulsión "positiva" en la conciencia política colectiva del país, lo que podría estar instaurando un hito, un antes y un después que si sabemos aprovecharlo, sin duda nos guiará el "buen camino". Su partida nos está restregando en la cara inevitable e ineludiblemente, como una catarsis, aquello que colectivamente muchos se negaban a ver. Que su gobierno fue el único decente y digno en un marco no menos significativo de 45 años. Una triste balanza "democrática".

Una expresión clara de esto es el mismo discurso de la nueva presidente del partido Carolina Goic pidiendo perdón y haciendo un acto representativo de mea culpa colectiva.Reconociendo así la larga noche oscura de la política chilena, que le siguió a la dictadura y los tres años de caos UP, con la breve excepción de 4 años del presidente Aylwin.

Es justo aquí donde mis antenitas de vinilo se erectan agudamente.

Cuando un senador de la república y presidente de un partido gravitante (aún) hace "confesión de parte" entonces procede "relevo de pruebas". Aquí no cabe mayor discusión y lo que se sucede es pura lógica, la sanción correspondiente a la falta o delito.

Aquí estamos hablando de una confesión de parte sentida, no de un delito de caballeros sino de delitos graves, de delincuencia política y traición a la patria o por lo menos a la sociedad.Traición a la confianza e inocencia de la gente, a los más débiles y necesitados arriesgando incluso la seguridad nacional.

Veamos el compendio del discurso.

“Que nunca más la política deje de ser actividad de honestos y comprometidos.Perdón por los abusos de poder. Perdón por la falta de ética. Perdón por haber traicionado la confianza de aquellos a quienes representamos, sirviendo otros intereses y no la de las familias de los chilenos y chilenas”.

O sea una auto acusación de ser deshonestos y no estar comprometidos con la labor encomendada por su jefe, la patria, la gente.

Lo que dice Carolina Goic en su parte afable son bellísimas palabras pero en su parte hardcore, tiene implicaciones extremas y graves que no sólo pueden quedar gravitante en la órbita de la simplicidad y afabilidad, pues de ser así llegará el momento en que esto se convertirá en una monstruosa tomada de pelo a la gente y tarde o temprano, la historia de un país desmembrándose institucionalmente así lo registrará. Las consecuencias no me atrevo a entreverlas.

Solo sé que no es viable juzgar la delincuencia corriente y pasar al perdón y olvido la delincuencia mayor y grave de los políticos, que además ahora confesos pasarían a la indulgencia nacional bajo la luz de una breve bella confesión hecha discurso.

Es imprescindible extraer las consecuencias generales y más aun las personales serias, inevitables e ineludibles del discurso-confesión de la presidente del partido. Esto independiente de las consecuencias jurídicas, mas importante son las consecuencias éticas, que es la vara con que mide el pueblo a la política.

De lo contrario la extraordinaria chance que nos ha abierto el mismo presidente Aylwin con su partida, la habremos desperdiciado también y con ello quizás la mejor de todas, y a Chile no le quedan muchas más.

El daño cometido al pueblo debe ser retribuido y no pueden ni deben ser los causantes del daño los mismos que pretendan retribuirlo, eso por lo menos es conditio sine qua non.

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