Benevolencia judicial

Lamentablemente, son varios los casos judiciales en el país, cuyos desenlaces al menos transitorios, dejan perplejas o anonadadas a las familias que son víctimas de tales hechos o a la opinión pública. Lo que se percibe socialmente es que la sanción penal está bajo el grado de violencia desatada por la acción criminal o delincuencial que se ha ejecutado.

El más fuerte y comentado en las últimas semanas fue, sin duda, la decisión de otorgar beneficios carcelarios, en forma masiva, a una cantidad de reclusos dentro de los que se contaban delitos y condenas por conductas criminales que a toda persona desaconsejarían una resolución de tal naturaleza.

En el mismo sentido, resultan sorprendentes decisiones que favorecen a delincuentes muy violentos, que ejercen presiones y violencia extrema sobre personas indefensas golpeándolas duramente y que refugiados en una detención sin antecedentes anteriores, reciben el beneficio de la libertad provisional y salen con desparpajo desde los Tribunales directamente a la calle.

Así también es desconcertante un fallo originado en Ovalle, como consecuencia de un femicidio frustrado, cuyo autor es favorecido por el atenuante de un "estímulo poderoso", el que vendría a ser la infidelidad de la víctima. La Corte de Apelaciones de La Serena confirma lo obrado y el autor recibe cinco años de libertad vigilada, es decir, que a pesar de las lesiones graves que tipifican el caso como homicidio frustrado no verá un día de encierro.

Esto ocurre en el contexto de un país estremecido por el homicidio frustrado que, en Coyhaique, dejara gravemente herida y con pérdida de la visión a una mujer víctima, como tantos otros casos, de la violencia despiadada de su pareja, contra la que el Ministerio Público lleva adelante un procedimiento judicial, sobre la base de las pruebas que testigos le entregaron para imputar a dicho procesado. Se trata de una violencia homicida contra la mujer que se anida en algún rincón del alma humana para desbocarse en crímenes estremecedores.

Lo dramático que estas agresiones criminales en contra de la mujer se suman a muchas más, tantas que se vuelven innumerables, en que adultos jóvenes acicateados por un impulso irracional se dejan arrastrar por una vorágine de odios y furia que termina con el asesinato de sus parejas o en un caso de homicidio frustrado.

Ante esta irracionalidad que arrasa con familias y parejas con una fuerza aniquiladora, la iniciativa promulgada esta semana del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Genero, cumple  con uno de los compromisos del Programa presidencial. No cabe duda que tendrá una ardua labor para lograr sus objetivos, ya que son tantos los sucesos de este tipo que pareciera que, a pesar de llegar a la era digital, hay muchos individuos a los que cuesta cargar, día a día, con su condición humana y prefieren abandonarse a la barbarie del estado animal en su conducta de pareja.

Ahora bien, no bastan las leyes se necesita una nueva conducta, una profunda y auténtica humanización de las relaciones sociales y de pareja. Pero también del Poder Judicial una acción más enérgica y un sentido de justicia que debe desarrollarse mucho más todavía, lo digo por que el atenuante de la infidelidad para aligerar la condena a un duro agresor, parece un despropósito más que una decisión justa hacia tantas víctimas de la violencia contra la mujer.

No queda más que concluir que no por andar rectos y de pie se adquiere la condición humana de manera inmediata. El humanismo hay que practicarlo siempre, es una tarea social a desarrollar cada día, y hay que constatar que es mucho lo que se debe evolucionar todavía para consolidarla. El carácter de humanos comienza por el respeto a la mujer, no hay que olvidarse de ello.

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