Chile, el cisne negro y el anti príncipe

Joaquín Orellana Calderón
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El 18 de octubre de 2019 pasará a la historia como el inicio de la “Revolución de la Dignidad”,para los maximalistas o de la “Revolución de los 30 pesos”, para los minimalistas.

Más allá de la futura denominación, podríamos indicar que vivimos en ciernes un fenómeno sociopolítico catalogado como “Cisne Negro” por la literatura, es decir, un hito de fractura que, más allá de haber tenido conciencia previsora, es sorpresivo y contiene una profunda incertidumbre para los observadores e involucrados. 

La incertidumbre instalada deviene en crisis y éstas se solucionan o administran. En ambos caminos se requiere de un aparataje de toma de decisiones.

Cuando las crisis involucran al modelo de Estado, esto comprende tanto al sistema político como también la arquitectura económica y de mercado, y sobre todo en un régimen presidencial, hiperpresidencial en el caso chileno, las principales respuestas y decisiones le son exigidas al Presidente, en la nomenclatura de Maquiavelo al Príncipe. 

Hago alusión al texto del florentino, porque es en contextos de crisis donde la lectura de los clásicos se vuelve fundamental. Así, en este espejo de príncipe, escrito originalmente para aquellos que queriendo ser gobernantes no podrían serlo, se despliega una batería de conceptos y elementos que nos ayudan a analizar y comprender la realidad del Chile actual. 

Más de un mes de crisis y la aprobación de Sebastián Piñera ha caído estrepitosamente, las encuestas le dan un 10% de respaldo. En lógica de movimientos telúricos, cada día que pasa es un día en donde la magnitud de la crisis crece exponencialmente.

La matriz de solución de la crisis va mutando en la medida que avanza el calendario. Si en la primera semana hablábamos de medidas inmediatas y urgentes en aspectos sociales acotados, a la quinta semana hablamos de violación a los derechos humanos, nueva Constitución y recuperación del Estado de derecho en el contexto de orden público y seguridad. 

Con base en lo anterior, la percepción de la opinión pública es que el presidente forma parte del problema y no de la solución.

En esta línea, ha tomado fuerza, en los sectores de izquierda del Congreso, la idea de que prospere la acusación constitucional contra Piñera. Fenómeno que también chorrea a sus ministros.

En consecuencia, no parecen haber decisiones acertadas por parte del ejecutivo en el escenario crítico, dependiendo en buena forma del trabajo que realiza el poder legislativo en el avance de proyectos de ley que apuntan a la solución del problema. La Moneda entró en la marcha de la estupidez. 

Sebastián Piñera, el mismo que era ungido por el electorado como príncipe hace dos años, hoy hace carne a la figura del anti príncipe.

La antítesis de la virtud en la lógica de Nicolás Maquiavelo, aquel gobernante que posee fortuna, en la acepción que corresponde a la suerte, en su actuar y que, además, cumple con la regla de todos los males: no ser temido ni tampoco amado, sino más bien odiado.

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