Chile debe seguir avanzando

Luego de las elecciones se presenta el escenario que definirá la configuración de las distintas fuerzas políticas. La derecha ya no como un bloque político, sino como partidos y movimientos menos orgánicos que a lo que estábamos acostumbrados. Mientras, el destino de la Nueva Mayoría es ineludible, cambiar rotundamente o morir para renovar la oferta programática.

El PDC debemos ser una oposición activa y constructiva, sobre todo cuando vimos  que la campaña obligó a la derecha a abrazar banderas que no estuvieron en sus programas y postulados, lo cual abre una tremenda duda respecto si van a respetar esos ofertones o, si van a volver a sus postulados, tal como ya hemos visto en declaraciones de algunos parlamentarios.

Algunos querrán retroceder en la gratuidad y otros ya estarán pidiendo que haya lucro en la educación universitaria. Intentarán también “corregir” la ley que despenaliza el aborto en tres causales, castigando a la mujer que haya tenido que recurrir a esta dramática situación.

Y así, en muchas otras áreas, intentarán presionar al Presidente electo para llevar las cosas hacia los postulados clásicos de la derecha.

¿Qué harán las bancadas que hoy integran la Nueva Mayoría, qué harán las fuerzas del Frente Amplio? Es una incógnita y legítima preocupación para los votantes de la centro-izquierda y del mundo progresista que verá una amenaza permanente a aquellas áreas en las que se ha avanzado corriendo el cerco.

La derecha no tiene mayoría suficiente para pasar cambios relevantes y debe pactar, pero eso no debe dar pie a retrocesos o claudicaciones frente a derechos ya obtenidos y ganados por la ciudadanía. En ese cuadro político, es claro e ineludible el rol de mi partido.

A mi juicio, la DC debe ser oposición a un gobierno de derecha. Eso no quiere decir que las buenas ideas, las que vayan en el sentido de profundizar cambios sociales y derechos para los más vulnerables, no cuenten con nuestro apoyo. Si un proyecto o cambio legal va en el sentido de profundizar derechos, pues estaremos disponibles.

Pero la peor amenaza que se cierne sobre estas ideas del mundo progresista es la división y la falta de habilidad para lograr el entendimiento de las fuerzas del centro y de la izquierda democrática. Caer en desconfianzas y divisiones insalvables, nos va a llevar no sólo a la posibilidad de perder lo que se ha ganado, sino que abre la posibilidad de que la derecha logre instalarse en el poder por más de un periodo. Eso es real y tiene que ver con que no existe un liderazgo nítido, claro y convocante que pueda tomar estas banderas y generar confianzas al futuro.

La derecha tomó propuestas como la gratuidad, el mejoramiento de las pensiones o la protección de la infancia, pero eso fue en campaña. Ahora hay que ver cuánto se podrá soportar la presión de quienes quieren profundizar el lucro en salud, educación o pensiones, los que quieren indultar a los violadores de los derechos humanos o los que quieren acabar con la agenda de integración en materia de sexualidad y género.

Ahí veremos la integridad de quienes se declaran progresistas y de quienes están dispuestos a dejar las diferencias y matices menores a un lado, por enfrentarnos con quienes tenemos abismos de diferencia en materia de políticas públicas.

Nuestro rol es asegurarle a la ciudadanía que vamos a pelear por mantener aquello que logramos, las áreas en donde se hizo una diferencia esencial para las familias. Es lo  que se espera del Chile progresista. 

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