Cicatrices en el territorio y la herencia espacial de la dictadura

Hace ya 40 años, el 11 de septiembre de 1979, el general Pinochet se dirigió a la ciudadanía al cumplirse 6 años del Golpe de Estado. Ese discurso es quizá uno de los más relevantes de todas sus alocuciones pues enunció ante el país siete pilares sobre los cuales se establecería el Chile del futuro.

Poco tiempo antes, José Piñera Echeñique, en aquellos años un joven economista de tan solo 30 años, había expuesto en distintos seminarios, en especial en la Universidad Católica, generándose una fama de “brillante” entre los adictos al régimen.

Su idea principal señalaba que la economía de mercado era más digerible si se planteaba como una estrategia de desarrollo y no como un medio para mantener la estabilidad económica coyuntural, ya que sabía que el ajuste neoliberal sería muy duro para el pueblo de Chile.

Roberto Kelly, uno de los autores del famoso “Ladrillo”, el plan económico de la dictadura militar y director de ODEPLAN, lo escuchó en una de esas oportunidades y gestionó que José Piñera expusiera sus ideas ante el mismísimo Capitán General y sus ministros.

En diciembre de 1978 el treintañero economista de la Universidad Católica ya se había incorporado al gobierno como ministro del Trabajo, con un plan laboral hoy ampliamente conocido por sus contenidos y consecuencias. Al contrario de los que muchos creen, Piñera no hizo sus estudios de pos grado en Chicago como muchos de sus compañeros de generación, sino en Harvard; sin embargo abrazó las ideas de Milton Friedman.

Como ministro del Trabajo, Piñera Echeñique llevó adelante la puesta en marcha de una reforma previsional de amplio alcance, con el apoyo técnico de un grupo de jóvenes profesionales liderado por Miguel Kast.

Para ese entonces Kast ya estaba diseñando su plan de “erradicación de campamentos", idea que nace del trabajo de muchos jóvenes profesionales de la PUC en la Oficina de Planificación Nacional y que definía este proceso como "homologación de áreas".

Posteriormente, entre otros autores, Leopoldo Benavides y Eduardo Morales, catalogaron este proceso como "homogeneización social y concentración del enemigo interno" puesto que el traslado de los campamentos se realizó, al menos en Santiago, hacia 2 o 3 comunas: La Granja antigua, de la que se desprenden territorios para crear la comuna de La Pintana, es una de las áreas donde más erradicados llegaron.

La dupla Piñera y Kast, con el soporte del ministro de Hacienda, Sergio de Castro, avanzaron en los principales cambios de base para la implantación del modelo neoliberal en Chile.  El Geógrafo británico David Harvey en su libro “Breve Historia del Neoliberalismo”, pone a Chile como laboratorio del experimento y no solo en materias exclusivamente económicas sino que también en una manera de producir y ordenar el territorio.

Entre otros múltiples aspectos, se liberaron los controles de los colegios profesionales, las regulaciones al crecimiento urbano y las trabas a la importación de vehículos. También se inició la privatización de los servicios de salud y se instalaron los cimientos de la privatización educacional. Por su parte, la CORFO se encargó de la liquidación de las empresas públicas.

Para ser más precisos, podemos señalar que en 1979 se deroga la ley de desarrollo urbano, dejando al mercado del suelo sin regulación. También en 1979 se aprueba vía decreto una nueva ley de rentas municipales y se crea el Fondo Común Municipal.

En 1980 se deroga el decreto que obligaba a las constructoras de vivienda a invertir en colectores de aguas lluvias cuando se construían nuevos conjuntos habitacionales.  

En 1981 se crean vía decreto nuevas comunas, en especial en Santiago. 

Ese mismo año se municipaliza la educación pública y la salud primaria.

También en  1981 se inician  los procesos de erradicación de campamentos que ya hemos mencionado, reubicándolos en los márgenes de las ciudades. En fin, en el transcurso de 3 años, entre 1979 y 1981, el gobierno de facto toma importantes decisiones, expresadas en decretos y políticas públicas, de amplio impacto territorial.

Mientras tanto, en el mundo, el neoliberalismo ganaba poder con la instalación de Margaret Thatcher como Primera Ministra de Gran Bretaña y Ronald Reagan como Presidente de USA.

Pero volviendo a Chile, la pregunta es si existió un plan claramente elaborado o se trató de decisiones inconexas. Y claro que fue un plan.

Son las llamadas "Siete modernizaciones" anunciadas por Pinochet ese 11 de septiembre de 1979.  El autor de ese documento fue el propio José Piñera quien al parecer copió el nombre de las "Cuatro Modernizaciones", plan implementado en China por Deng Xiaoping después de la muerte de Mao. 

Ese 11 de septiembre de 1979, el general afirmó que ya estaban en marcha las reformas laborales, la previsional y las reformas a la salud y a la educación. Pronto se iniciarían la modernización de la justicia, la renovación de la agricultura y la reforma administrativa, este último proceso iniciado en 1975 con la CONARA. Ahí estaban las “Siete modernizaciones”.

Hoy, si ponemos atención y miramos el país territorialmente en sus dimensiones, regional y comunal, podemos encontrar todas esas marcas, todo el impacto territorial de un discurso expuesto casi cuarenta años atrás. Cuando vuelven a aparecer los necesarios debates sobre segregación urbana, cuando volvemos a discutir sobre pobreza y seguridad pública y nos preguntamos de donde viene nuestra actual configuración territorial tan desigual y por qué razón no hemos podido cambiarlas, cabe preguntarse si lo que vemos son marcas en el espacio o en realidad son profundas cicatrices territoriales producto de un sistema neoliberal que está lejos de ser desmontado.

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