Colegios Profesionales, saquen la voz

Hace pocos días el Tribunal Constitucional falló en favor de que controladores con fines de lucro pueden tener Universidades, señalando que lo anterior no dificulta el que éstas efectivamente no lucren.

Más allá de este fallo, nos parece preocupante que el debate respecto de la calidad educativa se siga postergando, tomando protagonismo en la prensa cuestiones relativas a la institucionalidad del sistema, que evidentemente tienen un impacto en la calidad, pero que en lo absoluto se plantean como variables suficientes para lo anterior.

En gran parte creemos que esto se debe a la falta de presión política de los gremios involucrados. El desarrollo de una educación superior de calidad requiere del involucramiento de gremios de distintas disciplinas que aporten al debate educativo. Así ocurría antiguamente en Chile, y así ocurre en los países desarrollados, en donde los gremios forman parte fundamental del debate en torno a políticas públicas de desarrollo social.

En Chile, lamentablemente, debemos admitir que los colegios profesionales han estado ausentes, tanto por su falta de representatividad como por la ausencia de propuestas técnicas. El estado de madurez institucional de los gremios en Chile dista mucho del estado de madurez de los gremios en países con Estado de Bienestar.

Los colegios profesionales deberían tener un rol respecto de la ética del ejercicio de la profesión y de la supervisión de la acreditación y calidad de los programas de formación profesional en razón del vínculo entre la Academia y el mercado del trabajo al cual pertenecen.

Son estos grupos los llamados a generar una concordancia entre la disciplina al interior de las Universidades y el mercado laboral al cual saldrán los profesionales.

Lo anterior, por supuesto, respetando la libertad de enseñanza de las distintas casas de estudio, pero asegurando un estándar de formación para el estudiante y los futuros beneficiarios de sus servicios.

Dicho estándar de calidad debe ir acompañado de una política que evite que las universidades se conviertan, como coloquialmente se señala, en fábricas de salchichas, con estudiantes poco preparados. Lo anterior es una estafa para los mismos estudiantes.

Parece oportuno y urgente que los colegios profesionales saquen la voz en este momento.

Ya se aprobó la Ley de Educación Superior, la cual contempla un reglamento a discutir para generar los criterios de calidad para acreditar los programas educativos.

En este marco, los colegios profesionales pueden aportar al debate de cuáles debieran ser los contenidos mínimos contenidos en las mallas curriculares de las carreras profesionales.

Un ejemplo de lo anterior, es la redacción de los reglamentos de la Ley de Carrera Docente, en donde el Colegio de Profesores ha jugado un papel fundamental en la definición de los contenidos mínimos que debe tener la carrera.

No basta con la gratuidad, es necesaria la calidad, y para construir ésta, los gremios profesionales tienen mucho que decir. No hay que olvidar que el tiempo de los estudiantes y las familias vale, y no es ético hacer promesas de un futuro mejor por tener un título profesional si en la práctica es una mentira. Ejemplo  de lo anterior, es que según el portal mifuturo.cl, del ministerio de Educación, en la carrera de Psicología en el año 2016 se titularon 3.953 psicólogos.

De aquellos que logran obtener trabajo, el 25% gana 662.705 pesos a los cinco años (432.000 pesos al primer año); el 25% que le sigue ganan 870.584 pesos a los cinco años  (573.291 pesos el primer año), mientras que solo el 10% superior del total de ocupados gana 1.617.406 al quinto año (983.729 pesos el primer año. Las cifras hablan por si solas.

Co autor de esta columna es Mateo Ferrer, Psicólogo Clínico y Médico Cirujano, Director de Colegio de Psicólogos.

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