Cómo hacer mal las cosas

La renuncia del equipo económico del Gobierno, en medio de un show mediático que duró casi una semana, es una de las señales más insólitas que ha vivido una coalición de gobierno. ¡Tuvieron que pasar 27 años para ver cómo un gobierno removía por segunda vez a su ministro de Hacienda en la misma administración!

Ciertamente no es una noticia buena, ciertamente no es una señal adecuada para la ciudadanía y el mercado. Aunque también hay que admitir que cuando no hay acuerdo y alineamiento entre la máxima autoridad del país y sus ministros, es francamente imposible seguir el tranco. No era presentable que secretarios de Estado polemizaran a través de la prensa sobre qué hacer en materia de crecimiento y cuidado del medio ambiente.

El cambio abrupto del gabinete ya pasó. Habrá tiempo para hacer análisis y hay que ser sinceros en admitir que no hay tiempo para corregir los errores, pues el gobierno está llegando a su recta final. En lo que queda de tiempo, es menester concentrarse en sacar un buen proyecto de presupuesto, responsable y realista, además de enfrentar la negociación con el sector público para el reajuste salarial.

Ambos temas son esenciales para dar las señales adecuadas al país en el sentido de cuidar estos brotes de recuperación que están llegando. El índice de producción industrial anotó un importante avance y las cifras del desempleo estuvieron por debajo de las expectativas del mercado, lo que hace pensar en una leve recuperación en ciernes, de la mano de la mayor actividad minera y manufactura.

Y eso es lo paradójico. Fue justamente un proyecto minero el que provocó esta crisis, luego de que una iniciativa tan relevante para la reactivación económica y que cumplía con las aprobaciones de los organismos técnicos, termina siendo rechazado. Es que no se entiende que el cuidado al medio ambiente hipoteque el crecimiento tan necesario en este minuto.

También hay que notar la falta de tacto político que posibilitó llevar esta diferencia hasta un escenario de crisis. ¿Por qué no intervinieron los partidos? ¿Por qué no se recurrió a los líderes políticos de la coalición? Nunca lo sabremos en realidad, pero lo que sí conocemos de sobra, es que situaciones como ésta no es novedad, pero siempre hubo la suficiente amistad política y conjunción de liderazgos para llegar a acuerdos y mantener el orden.

Nos ayudaría reflexionar cuánto nos importa la gobernabilidad, cuánto nos importa la estabilidad y cuánto nos importan las reglas claras en materia de conducción económica. Esta es una muestra de cómo hacer mal las cosas, en un momento en que lo que más se necesita es liderazgo. Nadie pedía otra cosa que el respeto de la institucionalidad medioambiental, pero terminamos en medio de una crisis de conducción política artificial y auto inferida.

Ahora debemos buscar el espacio para reparar el daño hecho, no sé si hay voluntad de parte del equipo presidencial para recuperar el capital perdido, pero este episodio nos muestra que la gobernabilidad es un asunto delicado que requiere de mucho talento. Estamos al debe en establecer una adecuada jerarquía de prioridades y eso sí que nos puede pasar la cuenta en esta elección.

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