¿Cuántos Ricartes más tienen que morir?

Muchos chilenos ven con tristeza y admiración la partida de Ricarte Soto, un grupo no menor la vemos además con impotencia y por qué no decirlo con vergüenza.

Fue necesario que un destacado periodista con cáncer de pulmón, sacara a la calle a los enfermos para que las autoridades nacionales se enteraran de que los chilenos no pueden pagar los medicamentos que les permiten seguir con vida.

Ahora que Ricarte falleció, se anuncia con orgullo que gracias a él y su lucha, se creará un Fondo Nacional de Medicamentos que llevará su nombre y que ayudará a todos los que lo necesiten.

Si así funciona Chile, debemos esperar que otra respetada figura pública se enferme de algo grave, para que nos demos cuenta que muchos enfermos mueren porque no pueden pagar los costosos tratamientos que requieren para seguir viviendo.

¿Cómo podemos sentirnos orgullosos del plan Auge, si es tan discriminador?Sólo 80 enfermedades están cubiertas por el sistema, o sea, eres afortunado si padeces cáncer gástrico o cáncer cérvico uterino, pero hay de ti y tu familia si llegas a padecer Mal de Crohn o Mieloma múltiple, porque tendrás que asumir que por lo bajo pagarás más de 1 millón de pesos mensuales, que para la gran mayoría de los chilenos significa una catástrofe económica.

Hoy tenemos enfermos de “primera categoría” que están en el Auge, “enfermos de segunda categoría”, que están fuera del Auge, e incluso de “tercera categoría” los cuales no sólo no están en el Auge sino que sus enfermedades ni siquiera están codificadas por lo cual todo remedio y tratamiento debe ser asumido en forma particular.

La respuesta para ellos no puede ser “estamos avanzando”.

Es hora que los políticos trabajen por los temas urgentes y den prioridad a las necesidades básicas de la población, la salud no puede esperar. ¿Dirán que no hay recursos? Sólo hay que abrir los ojos, las próximas elecciones costarán al fisco US$60 millones, el BancoEstado otorgó a la candidata Bachelet un préstamo de casi 5 millones de dólares y cómo omitir que cada diputado y senador chileno gana más de 4 millones de pesos, sin contar las asignaciones y algunos quieren aumentar el número de ellos en el Congreso.

Perfecto, si el resultado de ello fuese, entre otras cosas, que los chilenos ricos y pobres tengan real derecho a una salud de calidad y a seguir viviendo.

Por ahora esa tarea les quedó grande y la tuvo que hacer Ricarte Soto, quien no alcanzó a disfrutar el resultado de su digna y ejemplar lucha.

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