Cuarentena, el nuevo privilegio

Probado es que el aislamiento social es el camino a seguir como primera trinchera anti contagio en la pandemia que cruzamos. Sin embargo, practicar esta medida se transformó en un nuevo privilegio. Alcaldes de varias comunas, incluidas las de mi región de Coquimbo han debido clamar porque la autoridad tome cartas respecto procurar barreras sanitarias.

Las implicancias que esta medida puede tener para el sector productivo también están claras, sin embargo, las arcas fiscales cuentan con un colchón para coyunturas de este tipo.

Es más, apenas comenzó a expandirse en Chile este virus, el gobierno decretó Estado de Catástrofe, aumentando las posibilidades de abarcar la situación extraordinaria.

¿Por qué entonces, además de demandar medidas administrativas, hemos debido emplazar a las autoridades a fortalecer el brazo del Estado para llegar de forma focalizada y directa a los chilenos más afectados?

¿Sabe usted  lo que han respondido los ministros sectoriales al respecto?  Que no se puede privilegiar a un sector productivo por sobre el otro.  Esos sectores productivos  “privilegiados” serían  pescadores, jardineros o pirquineros. Taxistas, peluqueros, honorarios.

A ellos no llega la ayuda estatal, un tercio de la fuerza laboral que según este gobierno es marginal o no significativo y por lo tanto digno de  obviar. Una actitud soberbia que ya a estas alturas  no sorprende, pero sigue indignando.  

Mientras, este mismo Gobierno quiso instalar una  “nueva normalidad”  ahondando en el concepto “ráscate con tus propias uñas”. 

Varias de las iniciativas impulsadas por La Moneda van en esa línea al momento de aterrizar sus alcances, por ello han debido ser modificadas en el Congreso antes de ser norma, pero siempre hay un resquicio que transgrede la buena fe.

La ley de protección al empleo es una norma cuyo  cometido principal es ayudar a la Pyme que se está viendo afectada desde octubre, y que con este nuevo escenario está en la mira del tiro de gracia.

Sin embargo, nos damos cuenta que grandes del retail están aprovechando la oportunidad para desvincular a sus empleados, y además  darse el lujo de repartir utilidades. Es inmoral sacar provecho a costa de esta pandemia.

Por ello es que presenté una indicación en el sentido de asegurar que las empresas que se acojan a este beneficio no puedan repartir utilidades millonarias ni contar con operaciones en paraísos fiscales, lo que parecería de perogrullo, hay que explicitarlo para evitar el abuso.

Según el ministerio del Trabajo, el 95% de quienes se han acogido a esta ley han sido parte de la pequeña y mediana empresa, pero ese 5% no puede aminorar lo que le costará esta pandemia perjudicando a los trabajadores.

Así y todo, La Moneda parece hacer gestos para ayudarlos a recuperar apenas un mes de merma en sus ventas presenciales, exponiendo a toda una comunidad a una estrategia por lo bajo contradictoria, acuñando ahora “el retorno seguro”, para abrir centros de compras que no son de primera necesidad ni menos van en ayuda de las Pymes, sino al contrario.

Claro que hay un factor económico a tener en cuenta, cómo no, si por ejemplo Coquimbo es la tercera región más afectada por desvinculaciones laborales a raíz de esta nueva crisis, con 9.018 cartas de despidos, un aumento en marzo de 56,5% superado sólo por Tarapacá y Magallanes, ambas regiones extremas.

Pero no le echemos la culpa al virus. Coquimbo, una zona de servicios y agrícola ha tenido escenarios muy adversos como la crisis  social que apagó el turismo y una sequía cruenta por años de la que ya nadie habla, pero ni así el panorama fue tan sombrío como hoy.

Al parecer la implementación de la ayuda social está lejos de ser prioridad, no hay excusas para los retrasos, como el del reglamento en  el caso de las mejoras al Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios, Fogape, que evidenció la falta de compromiso con quien más necesita del Estado.

Lo hemos dicho, no hay otra forma de recuperarnos de este nuevo golpe sino con SO LI DA RI DAD. Y en esa vereda varios hemos propuesto formas de hacer de la respuesta del Estado algo más eficiente que trascienda la voluntad política o moral del gobernante de turno. Pero chocamos con una visera que no ha permitido avanzar. Esa mirada de seguir cuidando intereses propios o no bajar en ranking económicos.

Señores: seremos un país más pobre, que caerá en una fuerte recesión económica este 2020, para CEPAL caerá -4% el PIB, para FMI será -4,5%, pero estamos ante una pandemia y el primer índice que debemos tener en frente es procurar el bienestar de nuestra comunidad. Es ahí donde debe estar el pie en el acelerador. No en abrir un mall.   

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