Cuidado, puede ser la última oportunidad

Piñera no tiene el control del país, pero al menos podría tener el control de sus propias palabras. La costumbre de hacer declaraciones de memoria no es una buena práctica cuando se está dominado por la ansiedad. Razón de más para ser más cauto. 

Ciertamente se requiere un acuerdo amplio de todos los sectores para concordar una agenda social de alto e inmediato impacto, ese es el inicio de la salida a la crisis. Sin embargo, eso no se puede lograr cuando el que está a cargo del gobierno se permite realizar declaraciones imprecisas y a medio improvisar. 

De este modo hemos presenciado el caso de un general haciendo las declaraciones prudentes y medidas, propias de un buen político, y a un presidente formular declaraciones de un general amateur. 

No ha habido antes un presidente que se dirija al país en tres ocasiones consecutivas sin decir nada. La primera la desperdició entregándose a los lugares comunes; la segunda declaró la guerra y la tercera anunció una reunión

Nunca se advertirá lo suficiente el peligro que encierra en política los líderes que carecen de contenido. Aquellos que hablan mucho diciendo poco. 

Cuando las convicciones están separadas de las palabras se nota. En 2003, el monje budista vietnamita Thich Nhat Hanh, dijo una frase célebre ante el Congreso de los Estados Unidos: “No hay un camino hacia la paz. La paz es el camino”. La coherencia de toda una vida era mostrada en pocas palabras. 

¿Por qué lo recuerdo? Porque estas palabras (sin comillas) fueron empleadas anoche por Piñera… al día siguiente de declararnos en guerra. Una gestión incoherente reflejada en pocas palabras ajenas. 

Hasta ahora, la responsabilidad de muchos ha evitado lo peor. Hemos tenido que lamentar la muerte de personas. Pero ellas no se han debido al descontrol generalizado del uso de la fuerza. Esperar que eso se replique en lo sucesivo, en medio de una tensión ambiente muy intensa es de irresponsables. 

Los que no pueden dárselas de agotados debido al uso continuo de sus virtudes son los dirigentes políticos. Ante la falla del gobierno, es la oposición el que debe hacer más de lo que se puede esperar de ella. Adelantarnos a proponer una agenda social inmediata y obligar al gobierno a pronunciarse. 

La responsabilidad ética de todo dirigente político democrático es superar el paupérrimo desempeño de Piñera. La crisis no se supera sin medidas inmediatas que responda a la demanda de los ciudadanos.

La agenda que se acuerde no se puede aprobar e implementar en pocos días. El movimiento social solo se detendrá si tiene la certeza que la palabra empeñada de los líderes políticos no será letra muerta apenas dejen de sentir la presión de la calle. 

Sin recuperación de la confianza no habrá normalidad. Esto se resuelve con palabras empeñadas que se cumplen. Piñera jamás ha sido acusado de ser sincero. No puede dar lo que no tiene.

Son todos los demás lo que tienen que recuperar la fe ciudadana, superándose a sí mismos.

Cuidado, puede ser la última oportunidad.

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