De lo simple a lo obvio

Esta semana la Sala del Senado aprobó la idea de legislar el proyecto que exige que en el decreto promulgatorio de las leyes, conste el nombre de los autores del texto cuando se trate de una moción parlamentaria. La aparente sencillez de la propuesta, que para algunos sólo busca  satisfacer el ego de otros, responde a la necesidad de relevar el rol legislativo y cohesionarlo con el Ejecutivo. Pero a mi juicio, lo relevante que se desprende de esta discusión es la real capacidad de iniciativa legal que tenemos los parlamentarios de ambas Cámaras.

Ése es el debate de fondo. Actualmente contamos con un sistema presidencial que no satisface a todos y ha habido múltiples iniciativas para modificarlo hacia una relación más equitativa entre Ejecutivo y Legislativo. Ello no ha sido posible, porque en lo político y en la práctica, no está el quórum que lo apruebe. Sin embargo, es innegable el patente debate constitucional respecto las atribuciones de los distintos poderes del Estado.

El hecho, es que producto de la experiencia que tuvo la administración del Estado en el  funcionamiento de nuestra institucionalidad hasta el año 1973, el Congreso sí tenía iniciativa legal en materias que irrogaban gastos. Ahora la situación es distinta. Y como parlamentario  debemos  obtener el patrocinio del gobierno de turno para mociones que requieran financiamiento en su implementación.

Nos ha pasado a varios tener la necesidad de sortear en primera instancia las barreras que ponen las prioridades y buena voluntad del Ejecutivo, antes que la propia tramitación de la ley.

En ese sentido, el proyecto al que hemos dado luz verde en su tramitación es una  oportunidad  para crear conciencia respecto que en lo concreto, nuestras limitaciones como legisladores son muy altas.

Insisto en que hay algunos que piensan que este proyecto sólo exacerba el ego de quienes hemos sido elegidos para ocupar un escaño del Congreso, pero a diferencia de aquellos, creo que este debate es trascendente, porque en la actualidad  el rol del legislador  está siendo utilizado para sólo obtener réditos propios a través de  la propia institucionalidad. El Senado ha sido testigo de algunas mociones voluntariosas y populistas a las que se les quiere dejar como constitucionales recibiendo presión de la opinión pública, más allá de nuestras facultades.  

En ese sentido, cuesta hacer un equilibro en esta materia, y por ello la necesidad de este proyecto que parece muy sencillo al ser tan concreto, pero  cuya relevancia se verá en la discusión parlamentaria, como debe ser.

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