Defensa de la vida: un aporte al discernimiento

Para muchos, el tema de la defensa de la vida es muy importante en nuestra decisión para el plebiscito y por lo mismo es necesario hacer un esclarecido discernimiento.

Se ha señalado, con justa razón, que en la propuesta de nueva Constitución -artículo 61 sobre los derechos sexuales y reproductivos- más allá de que la norma deba regularse por ley, se está generando una real posibilidad de despenalizar el aborto. Es un dilema muy real.

El tema es que estamos enfrentado a una muy difícil disyuntiva, porque rechazar esta propuesta constitucional significa mantener la actual Constitución y bajo ésta el pasado mes de septiembre -por 75 votos a favor, 68 en contra y dos abstenciones- la Cámara Baja aprobó el proyecto que despenaliza el aborto hasta las 14 semanas de gestación. Por lo tanto, en ambas situaciones -aprobar o rechazar- lamentablemente se llega a la despenalización del aborto.

La diferencia está en los tiempos. Con el Rechazo basta que se ponga en tabla en el Senado y habrá ley, ya que se saben que los votos están. Si se aprueba se dilatará por algún tiempo porque primero hay que establecer la ley orgánica constitucional que establece la nueva Constitución, donde se definan las normas regulatorias.

Por lo tanto, esta norma constitucional hoy no es discriminatoria porque cuál sea la decisión que se tome se llega al mismo fin. Por lo tonto ese acto no me puede afectar moralmente porque no hay otra salida.

Si quiero discriminar, entonces debemos entrar a ver el tema de la vida en todas sus dimensiones, como lo señala muy claramente el papa Francisco en Evangelii Gaudium, en el número 213: "Sin embargo, esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno. La sola razón es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana, pero si además la miramos desde la fe, toda violación de la dignidad personal del ser humano grita venganza delante de Dios y se configura como ofensa al Creador del hombre".

En definitiva, hay un camino para clarificar nuestra opción y consiste en determinar cuál alternativa ofrece mejores condiciones a la vida humana en toda su dimensión, partiendo por el pleno y real respeto de su dignidad. Esta es la gran pregunta de fondo que debemos realizarnos y sin eufemismos o justificaciones tomar la decisión.

Ello no significa dejar de lado otros temas o negar su existencia. Es evidente que, como toda realidad humana, nada es perfecto y todo es perfectible. Pero esta pregunta de fondo es inevitable y en consciencia tenemos que responderla.

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