Del 27F a Edo Caroe

La noche del 22 de febrero pasado, Edo Caroe debutó en el Festival de Viña con una rutina de humor cargada de crítica social y política que sin duda llevó a reírnos de nosotros mismos y también de otros.

Edo incluyó en su libreto una ácida crítica a nuestro sistema de emergencias.Entonces más allá del humor ¿qué ha pasado entre el 27F y el show de Edo?

¿Somos olvidadizos o simplemente jugamos a la negación?, algo que por más que la naturaleza intenta hacernos presente, preferimos obviar. Fue así como luego del 27F hemos tenido dos terremotos y un maremoto, pero siendo fieles a nuestro funcionamiento, acudimos rápidamente a culpar a la Pachamama, al presidente o presidenta “yeta” (dependiendo desde qué lado “dispares”), en vez de hacernos cargo de lo que todos sabemos pero que no queremos reconocer.

Pero insistimos en la misma fórmula, y cuando no queda otra, desempolvamos la cuña de “somos el país más sísmico del planeta” como una suerte de excusa para justificar nuestras falencias. Pero si sabemos que esa es nuestra condición de base, que nuestro sistema está obsoleto, ¿por qué no lo usamos entonces como un dato para anticiparnos y realizar los cambios que permitan mitigar-prevenir, prepararnos para, responder y recuperarnos de emergencias de mejor manera?

El 27F y la afectación del 75% (Chillán fue el 38%) de la población, la muerte de más de 500 personas, el costo de 30 mil millones de dólares (18% del PIB 2009), el daño al 71% de la capacidad hospitalaria total, ya no bastó para hacer el giro que Chile necesitaba.

Marzo de 2015 se encargó de recordarnos que cuando llueve en el desierto más seco del mundo y no se han planificado adecuadamente las ciudades y tampoco se usa correctamente el pronóstico meteorológico, la emergencia tiene efectos desastrosos sobre la vida y los bienes. Pero no hay caso, rápidamente acudimos al ranking y tratamos de ubicar la catástrofe como algo único en su clase, imposible de manejar y damos paso a la resignación, sin hacernos cargo de que los desastres no son naturales, son sociales, pues lo que suele existir es mala gestión frente a eventos muchas veces causados por la naturaleza .

Y así suma y sigue, la última temporada de incendios forestales del pasado gobierno y la primera del actual, fueron las peores desde que se lleva registro, lo cual junto al incendio de Torres del Paine, nos permite levantar la paranoica “teoría de la conspiración”, el actuar “criminal”, los pirómanos, o un turista irresponsable, pero cuando se queman 17 mil hectáreas de Torres del Painesin haber iniciado el combate por cerca de 12 hrs, o la tragedia en Valparaíso, nos olvidamos que los incendios ocurren y una vez iniciados debemos ser capaces de responder adecuadamente.

Pero estos desastres para el ranking, tampoco motivaron lo suficiente para que se realicen las urgentes mejoras que se requieren, y claramente cuando esto ocurre en diferentes gobiernos, cabe preocuparse pues no estamos frente a un problema que se solucione mágicamente en la próxima elección.

Otro ejemplo digno de ser destacado, es que a 6 años del 27F, y posteriores terremotos y maremoto, 297 acelerógrafos aún no están conectados a la red sismológica nacional para aportar al sistema de emergencias con información de calidad y en tiempo real para la determinación de hipocentro, magnitud, y alerta de maremoto,  a pesar que el Director de ONEMI no solo desmintió y refutó las críticas que se hacen desde antes que asumiera en 2012, por la demora en instalar los cerca de 600 instrumentos que diputados encontraron guardados en bodegas de dicha institución (nov 2012), sino que más aún éste informó al menos en dos instancias a parlamentarios que dichos instrumentos estarían conectados el 15 de noviembre pasado, algo que no era posible cumplir, y donde recién se podrá tener claridad en septiembre de 2016…seguramente Edo citaría de alguna manera sarcástica la cuña “en el país más sísmico del planeta”.

Una nueva ONEMI se discute en el Senado, ante lo cual no queda más que insistir en que dicha institucionalidad ingresada al Congreso por la Presidenta a fines de su primer año de mandato y que ,aunque requiriendo perfeccionamiento, mejora significativamente el proyecto original planteado por el gobierno pasado, será solo el esqueleto, y demorará años en generar músculo, especialmente ante las resistencias existentes, pues en Chile el sistema de emergencias no ha sido, no es, y no está claro si en el corto plazo será prioridad política y social.

En un país donde la cultura de la administración del Estado prima la evaluación costo/beneficio político, la seguridad pública y emergencias siempre termina relegada a un segundo plano y alejada de los grandes cambios.

Si no asumimos una visión de largo plazo, esfuerzo permanente, centrándonos en las personas con una mirada amplia, lejos de aquella restrictiva donde prima la administración de la coyuntura a partir de un enfoque donde se cree que cuando se apaga la llama se acaba la emergencia, difícilmente avanzaremos al ritmo que requiere la protección de las personas acorde a nuestro nivel de desarrollo, pues mantiene el estatus quo no tiene costo político y de eso somos todos responsables.

Por eso Edo probablemente pone el dedo en la llaga, en la nuestra y no solo en la de un gobierno en particular, porque cuando la emergencia nos impacte, no será ningún chiste.

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