Discrepancias en la DC

Con ocasión de la solicitud que con un grupo de militantes firmé para llevar a toda la base del partido el tema esencial de si el candidato presidencial que vamos a elegir, se dedique a una campaña cuyo destino es la primera vuelta a fines de año o a la primaria de junio de la Nueva Mayoría, se ha iniciado un debate de mucho interés para el futuro del partido y de la política chilena, en general.

No tiene absolutamente nada de raro que tengamos visiones distintas y eso hace muy grande a un partido si las procesamos con tranquilidad y profundidad y por sobre todo si ello se hace sin que las posiciones escondan otras materias que pueden subyacer al planteamiento general.

Esta discusión me ha traído el recuerdo de la redacción de una carta del 3 de marzo de 1987 que colaboré para el entonces Consejero Nacional, mi amigo Adolfo Zaldívar Larraín, que de paso vale la pena recordar, el 26 de febrero cumplirá 4 años de su tránsito a la otra vida.

En esa carta, se propuso yendo más allá de lo que proponía el comité de elecciones libres, que promovían entre otros, Sergio Molina, Eduardo Frei Ruiz-Tagle y don José Zavala, que acaba de dejarnos, que la DC debía inscribir un partido que representara lo más fielmente posible lo que había disuelto la dictadura.

Con este primer intento, un pequeño grupo, muy pequeño, iniciaba un proceso en contra de la idea de un partido único para enfrentar a Pinochet, que era la única vía que aceptaba la izquierda para dar curso a un proceso electoral en serio, en que pudiéramos participar. El diseño estratégico era claramente diferente y permitía presentar un frente político más complejo al dictador.

Recibimos un duro ataque, quizás demasiado duro y se nos dijo y motejó de muchas formas, la más grave que éramos completamente ingenuos, que era riesgoso y se facilitaba la identificación de nuestros militantes por la dictadura y otros más benevolentes, nos decían que no había urgencia en el tema y que no era muy importante tomar una decisión, sino en 1988, año fijado para el plebiscito de Pinochet.

Hicimos oídos sordos a esta invitación, porque un gran amigo, que tampoco vive, experto electoral, don Eric Campaña, nos había dicho que para tener un cuerpo electoral representativo, se requería iniciar el proceso precisamente en el año 1987, dado que había que vencer el temor o al menos la incertidumbre y eso tomaría tiempo. Recomponer el cuerpo político no era tarea fácil.

El resto es historia conocida. Traigo a colación estos hechos, no sin cierta emoción sincera, porque hoy ocurre algo parecido, cuando hemos venido señalando la necesidad de tener rápidamente un candidato presidencial, cosa que propusimos ya en la junta de julio de 2014.

Hemos demorado nuestra decisión más allá de la cuenta, pero aún estamos a tiempo. Personalmente creo que sería una gran candidata Carolina Goic, pero ella requiere un apoyo explícito de todas las bases del partido para hacer una campaña que permita desplegar con fuerza y tranquilidad sus notables virtudes personales.

Si por el contrario, lo que se busca realmente es levantar una precandidatura cuyas finalidad sería permitirle solo 3 meses de campaña para una primaria, imposibilita el objetivo, entendiendo por aquel, tener realmente una candidatura presidencial que sea capaz de dar un nuevo aliento a la política chilena, ya que las alternativas ofrecidas, no nos parecen las únicas y las mejores que puedan proponerse al país.

Recalco, que la candidatura debe ser al país, sin perjuicio de que digamos con toda claridad que nuestro objetivo no es pactar ni remotamente con partidos del país que bajo el ropaje de tales solo representan un dirigismo empresarial, que han tenido una conducta completamente reñida con la ética pública, abusando reiteradamente de sus posiciones dominantes en los mercados y corrompiendo en no poca medida a miembros destacados de la vida política.

En síntesis, si nuestra elección es correcta y la hacemos este sábado 28 de enero de 2017 y la sometemos en cuanto a su camino a lo que las bases desean, habremos conseguido un éxito fundamental, que es interpretar a nuestro electorado y ello debe necesariamente reflejarse en las demás elecciones, porque la locomotora de arrastre es precisamente la candidatura presidencial.

Soy de opinión de hacer cálculos electorales, pero no estoy para nada de acuerdo con que ese sea la única medida de nuestro accionar político y menos hacerlo solo con datos pretéritos.

Observo en nuestros detractores, un grado de temor e incertidumbre que naturalmente respeto, porque la vida es así, pero por lo mismo, casi como la única forma de que vencer el temor, es que una gran masa de militantes defina el camino de nuestra abanderada y muchos rara vez se equivocan y así como a Pinochet lo derrotamos muchos en un gran anonimato, así creo que podremos imponer nuestra candidatura en una lid respetuosa y optimista sobre el futuro de Chile.

Pienso que después de 22 años del último gobierno presidido por un DC, tenemos una gran oportunidad de servir a Chile, corregir y avanzar.       

 

                                    

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