Dos grandes fracasos

Chile no va al mundial de fútbol y la nueva mayoría pierde la posibilidad de reelegirse.  Dos procesos que duraron cuatro años y que curiosamente tienen demasiadas similitudes que no pueden ser pasadas por alto.  Advertimos que lo que se va a leer, no es una nota magazinesca ni un divertimento literario, sino un intento simple, a partir de hechos concretos, de que las cosas que no pueden pasar, simplemente ocurren por manifiestos errores en ámbitos muy distintos.

Partamos por la selección, y lo hacemos porque mucho más que la mitad de la población se preocupa de los mundiales de fútbol y que el campeón de América no vaya a un mundial es grave y sintomático.

Si bien las razones pueden ser múltiples, incluyendo en ella la dificultad de clasificar donde se encuentra uno de los mejores niveles futbolísticos del mundo, no es menos cierto que podríamos consensuar algunas fallas notorias.

La primera es que no hubo una clara conducción, no existió un entrenador o jefe táctico durante el proceso y tampoco se advirtió la presencia de un indiscutido líder dentro de la cancha. 

Todos vimos también conductas inadecuadas y errores bochornosos y en no pocos aspectos se notó la ausencia de un plantel completo de alto nivel. 

Es evidente que ante lesiones importantes, no hubo reemplazos porque no existían y las preocupaciones extra-futbolísticas, minaron la capacidad de jugadores claves.  

Faltó asimismo cohesión y juego colectivo y lo que es peor un dejo de superioridad, frente a  algunos rivales, que resulta impropio de la alta competencia. 

Visto estos antecedentes, podríamos decir como en una sentencia que el resultado no podría ser otro que ser eliminados ignominiosamente y causar con ello un daño más allá de lo deportivo y que sufriremos en los próximos meses, cuando se inicie el campeonato mundial. 

Estos mismos defectos se observaron en la coalición de gobierno que termina su  única experiencia por cuatro años. 

En efecto, no hubo una conducción política y económica con un claro liderazgo y tampoco hubo en todo el periodo un auténtico jefe de gabinete que cumpliera los roles tradicionales de articulador político que son algo mucho más que una reunión semanal. 

De esta forma el equipo de gobierno sin entrenador y sin conductor en cancha, jugó un poco a la deriva, a lo cual agregamos que hubo notables dotes de egocentrismo y de nulo conocimiento de lo que opinaba el público en las graderías, para el cual era en realidad casi inexistente los conductores de la gestión de gobierno. 

Como es sabido se cometieron errores manifiestos a veces por jugar muy rápido como en la reforma tributaria o no estar atento a lo que decía el público en lo educacional, aspectos centrales del juego por cuanto estos eran los que aparecían como claves, por representar reformas de la  mayor importancia y de largo aliento.

Así como en el fútbol, tenemos al ex presidente de la ANFP, procesado en Estados Unidos por delitos de fraude y contra la probidad, también en el ámbito del equipo de gobierno y oposición nos encontramos con problemas relacionados con esta materia a propósito de investigaciones penales que afectan a ex ministros, parlamentarios y personeros que fueron conformando un ambiente poco propicio para lograr vítores del público.

Tal como vimos en algunos partidos que cundía la desesperación y muchos jugadores se ponían individualistas ante  la ausencia de un mando, en la Nueva Mayoría frente a las malas encuestas los dirigentes abdicaron de sus facultades y  en forma desordenada y precipitada sacaron jugadores de la cancha a destiempo y no se pusieron de acuerdo en los procedimientos mínimos para presentar un juego coherente con ideas claras y rectificadoras para enfrentar una situación adversa que era claramente visible desde el año 2016, en que ya el gobierno y la presidenta tenían baja estimación en las graderías.

Tal como ocurrió en los últimos partidos de la selección en que se jugó a la desesperada, el equipo de gobierno articuló de mala forma sus cuadros y decidió como política la aceleración de todo su proceso legislativo incluyendo en ellos, con completa miopía,  asuntos de gran complejidad donde se mezclaban asuntos que ponían en tensión al propio gobierno, ahondando diferencias y aumentado las desconfianzas. Aún hoy que el tiempo político ha terminado, se insiste en seguir jugando.

Visto lo anterior resulta evidente que no había razón alguna para que pudiéramos ir al mundial de este año y tampoco la había para proyectar el acuerdo programático devenido en alianza denominada “Nueva Mayoría”, que había dejado de serlo a lo menos dos años antes de la elección, sin que se tomara debida nota de ello por ninguno de sus miembros.

Como somos personas optimistas, pensamos que si hacemos bien las cosas y se renuevan muchas caras y procedimientos se podrá ir al mundial de 2022 y estar en condiciones de que  exista una oposición inteligente y constructiva que permita competir con posibilidades también para 2021. 

Ninguna de las dos tarea es fácil, los talentos no siempre están disponibles y también a veces la suerte resulta esquiva, pero hay una sola cosa que depende de nosotros que consiste en actuar con inteligencia  y buena voluntad, esfuerzo, sin estridencia,  porque esa es la forma en que el público se motiva y aun perdona los errores.

Y sobre todo, pensar siempre que Chile es uno solo y que ser parte de la mayoría o minoría siempre es circunstancial y veleidoso.

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