Dos réquiems y tres aleluyas
Debo reconocer que en el último tiempo todos, o casi todos, los que hablan o hablamos de política expresan una opinión animosa sobre el Gobierno o la Nueva Mayoría y los representantes de esta última arremeten con fuerza y dureza sobre la no posición, tanto en el fondo como en la forma.
En estos días hay dos réquiems dolorosos: una encuesta que deja en mal pié la "cosa pública" con el agravante que muy pocos personeros han reconocido su propia responsabilidad y los que la reconocen no hacen proposiciones que abran caminos de solución frente a un peligroso escenario de eventual vacío de poder.
Estas líneas no son más que una opinión desde fuera de la institucionalidad y con una experiencia larga.
Me duele Chile cuando se asume la posibilidad de romper la Nueva Mayoría en vez de corregir los errores que se explicitan o de plantear derechamente otras alianzas.
Me duele Chile cuando dos partidos se retiran de ella pero "siguen en el Gobierno" para mayor confusión.
Me duele el réquiem de la derecha dividida y sin propuesta y con una imagen de lucha de poderes que agudiza la preocupación nacional; se me dirá que mi oposición desde siempre debería alegrarme por ello.
Mirada desde el futuro nada puede ser peor que una oposición vacía, destruida en grupos no ideológicos sino personales, fragmentada y sin opción real. Nunca olvidaré la reflexión de Don Gregorio Amunátegui que fue expulsado del viejo partido liberal: "tenga cuidado señor porque cuando pelea la derecha pelea de verdad."
Pero hay también tres aleluyas que celebrar.
La primera es la máquina nacional de hoy contra las AFP, rebeldía con presencia familiar, transversalidad social y política. Fuerza sin violencia, serena firmeza, persistencia en el tiempo. Ojalá sea un ejemplo que perdure ¡Aleluya!
La segunda ha sido la realización de encuentros demócratas cristianos con más de 600 asistentes para estudiar el programa del próximo gobierno en el que esperamos fundadamente participar en cuanto a números y contenido. Fraternos hasta frenar el pesimismo de aquellos que desde hace meses anuncian nuestro fracaso. Dos actos sucesivos. Más de treinta comisiones, sin acarreos ni enfrentamientos de sectores y la presencia cualitativa de jóvenes y viejos militantes. ¡Aleluyas para el casi centenario Partido de toda una vida!
El tercer aleluya ha sido la afirmación de los asistentes a esos encuentros de la identidad de la DCafiatada en su ADN fundacional por su opción con los pobres y también una gratificante expresión de líderes socialistas y fortalecer la Nueva Mayoría, lejana de un populismo que solo ayuda al mundo conservador.
¡Aleluya! Mientras haya esperanza estaremos vivos y no tendremos miedo al pesimismo nefasto que opaca la esperanza.
Porque, además, la muerte menos temida da más vida. (Escudo de Cañete).
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