El crecimiento económico es el camino para más derechos sociales

Se ha intentado instalar, comunicacionalmente hablando, que por un extremo está el crecimiento económico puro y duro y, en la antípoda, en el lado opuesto, los derechos sociales.

He vivido una experiencia personal dura, que me ha permitido llegar a una conclusión: sin crecimiento sustentable (con el cuidado del medio ambiente) y sostenible (cuidando los indicadores macroeconómicos, sobre todo de deuda pública), inevitablemente esos derechos sociales se tornan precarios, se debilitan, se pierden. 

Hace ya un año me detectaron un cáncer de colon con tres tumores en el hígado. Llevo dos operaciones grandes, 12 quimioterapias y otros tratamientos, donde he visto y observado a chilenos con la misma enfermedad, mujeres y hombres, jóvenes, mayores y muy mayores; de Providencia y La Pintana; de Iquique, Rancagua, Puerto Montt, Viña del Mar y de Curepto.

Todos ahí, en una sala, conversando sobre distintas experiencias, algunos calmados, y otros asustados, personas acompañadas y otras solas, tendidos durante horas en un Berger clínico, mientras escurren por las arterias las drogas necesarias para poder sanar.

Y, podríamos decir, somos un segmento con cobertura (privilegiados por ningún motivo, cierto), porque la otra alternativa es atenderse en prestadores públicos, donde existen excepciones, claro, con algunos de ellos  muy buenos, pero no siendo la generalidad.

Con este ejemplo de vida y bastante radical, quiero expresar que los derechos sociales, en materia de salud, son papel impreso, lindas palabras de un precepto legal que, aún revestido de la mayor autoridad constitucional y jurídica, quedan en la nada misma si no son efectivos.

Incluso el GES o el AUGE, que sólo son palabras en el aire si no existen los especialistas en otras regiones aparte de la Metropolitana, si no se cuenta con la cobertura médica adecuada, con equipamiento e instalaciones, con el apoyo y el acompañamiento, con los medicamentos o con la prevención y exámenes para evitar estos males catastróficos.

Si no hay eso, al final no hay nada. Y, fundamentalmente, con el financiamiento público y privado que permita disponer de más oncólogos, de más y mejores prestadores médicos, de centros de quimioterapia y/o radioterapia ambulatoria, de sistemas de información, de adquisición de medicamentos innovadores, y tantas otras variables y elementos fundamentales para la recuperación, que son las condiciones básicas para un buen sistema de seguridad social, específicamente en materias de salud.

Y seamos claros, la sustentabilidad financiera de estas políticas de salud es básica, pero se requiere que el país crezca más y de orientar recursos eficientemente.

Si a esto sumamos dar solución a las listas de espera, mejorar la salud pública, y otros tantos problemas que tendrá que abordar un futuro ministro de Salud, la ecuación no cambia: sin los recursos que entrega el crecimiento económico, los derechos sociales, al menos en la salud, se tornan precarios, porque la medicina es cara, y aunque algunos líderes políticos y sociales parecieran no creerlo, nada es gratis, porque los costos siempre existen y existirán, por más reformas que se hagan.

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