El desafío de Frei en 1980

En el país ya existía la convicción y la investigación del juez Alejandro Madrid lo ha confirmado, que, quien fue Presidente de Chile de 1964 al 70, Eduardo Frei Montalva, fue asesinado por un plan del más alto mando dictatorial, en enero de 1982. Por eso ese magnicidio solo pudo ser ejecutado por orden de Pinochet.

Fue una represalia por el rol de Frei en las movilizaciones democráticas que, con mucho coraje pero sin conseguirlo, intentaron detener la imposición del texto constitucional que preparó Jaime Guzmán para el dictador, en particular, el anexo con los 24 artículos transitorios que le daban tanto poder como su obsesión totalitaria le demandaba. El mayor desafío fue el planteamiento de Frei Montalva, el 27 de agosto de 1980.

Como se sabe, se derogó de forma definitiva la Constitución de 1925, cuya elaboración en el gobierno de Arturo Alessandri, incluyó entonces al caudillo militar Carlos Ibáñez del Campo y al movimiento reformista de la oficialidad joven del Ejército, en un proceso deliberativo que se desató al caer desgastado por la corruptela oligárquica el ciclo de la llamada "Republica parlamentaria", imperante desde la cruenta guerra civil de 1891.

En reemplazo de la Constitución de 1925, el Pacto de Pinochet y Guzman instaló un engendro constitucional que consagraba la "democracia protegida" sobre la nación chilena. No dudaron en ningunear al propio Jorge Alessandri, figura clave de la derecha tradicional, que había aceptado ser el personero que propusiera el texto original, pero desechado, de la nueva Constitución. Lo usaron vilmente, el texto final incluyó las cláusulas que imponían la tutela militar para perpetuar a Pinochet.

En ese artificio jurídico, redactado a marcha forzada por Jaime Guzmán, quien tuviera el control del Estado que posee el monopolio de la fuerza, podría mandar a su gusto la sociedad civil, manipular la cultura, intervenir la economía y hacer cuanto quisiera por la sencilla razón de constituirse en el "protector" de un país interdicto. Así, ese contubernio civil y militar quería legitimarse para aferrarse al poder.

Esa pesadilla totalitaria que pretendía domesticar la sociedad chilena fue lo que Frei Montalva rechazó y, que en esos días dramáticos, trató de contener y evitar que se instaurara por la fuerza, lo hizo en su condición de ex Presidente de la Republica, como líder de firmes principios fue lo que plasmó en su histórico discurso en el Caupolicán, ante miles de personas que valientes y desafiantes reclamaban libertad para Chile, frente a los soplones y los servicios represivos.

La alocución del Presidente Frei Montalva,  constituye una maciza exposición que denuncia el régimen y su afán de perpetuación, como también establece las bases esenciales de la futura transición a la democracia, en la que no pudo estar presente ya que fue asesinado para que su liderazgo no fuera parte vital de ese proceso.

En esa ocasión, el 27 de agosto de 1980, Frei Montalva ajusta cuentas con el pasado, con los yerros que pesaron funestamente en el trágico desenlace que llevó hasta la dictadura, y por sobretodo llama a romper la sumisión y levantar la mirada a un horizonte de libertad y democracia para Chile. Desde el golpe militar de septiembre del 73 era una convocatoria pública valiente, unitaria, formidable.

Con ese mensaje Frei manifestó una voluntad inédita, la de confluir en una vasta convergencia política que permitiera recuperar la democracia; por eso, es claro que los criminales sabían bien lo que hacían, se proponían la destrucción física de aquel político que podía acelerar la reinstalación del Estado de Derecho demolido por el pinochetismo.

La dictadura reprimía brutalmente, usando para ello una tupida telaraña de soplonaje y compra de conciencias. A los que resistían se les hacía desaparecer, se les exiliaba o se les condenaba a una muerte cívica, vía la exclusión establecida de facto y por la Constitución de 1980.

A los obsecuentes o pusilánimes se les posibilitaba llenarse los bolsillos de plata. Se les daba aval para las deudas y escalaban en el aparato financiero. Algunos arribistas, escaladores y oportunistas ganaron el dinero que nunca habrían ganado y guardaron silencio del drama que vivía Chile. La paz de los cementerios les facilitó montar increíbles fortunas. El caso de Frei fue lo contrario, tomó la decisión de jugarse y lo mataron.

Hoy se sabe la verdad y Chile puede reconocer en el Presidente Frei Montalva a un precursor que no pudo ver los frutos de esa siembra, pero que contribuyó plenamente a encontrar la unidad necesaria para poner termino al régimen dictatorial, para que a Chile retornara vigorosa la libertad que le había sido arrebatada.

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