El desafío-país

Estamos de nuevo en un aniversario de la Independencia Nacional y, hace tiempo que no estábamos como ahora, en un debate necesario, incluso áspero, sobre lo que será Chile en los próximos años.

En efecto, la derrota de Pinochet en el Plebiscito del 5 de Octubre del 88 y el retorno de la democracia desde el 90 en adelante, con una fuerte disciplina social como telón de fondo, significaron para Chile un periodo de estabilidad política, económica y avance social, opacados por una aguda desigualdad, que mantuvo una continuidad de dos décadas.

Pero los altos y bajos de la realidad nacional, así como el cambio en las generaciones y sus efectos sociales y culturales, junto al desgaste de la experiencia de la Concertación, en particular, la pérdida de unidad en parte de sus partidos y adherentes llevaron a que la derecha ganara la Presidencia en el 2009.

Ante la ineptitud del piñerismo en el gobierno, las fuerzas de centro y de izquierda se reagruparon en el bloque de la Nueva Mayoría y lograron un amplio triunfo en las elecciones presidenciales del 2013.

Sin embargo, el proceso de cambios para superar la desigualdad iniciado el 2014, se ve amagado por una campaña presidencial que se da con fuertes debilidades, en particular, la separación  en diversas candidaturas que se ven superadas ante una derecha agrupada férreamente en una sola alternativa de poder.

Además, hay nuevas expresiones como el Frente Amplio, las que afirman su propia opción ya que legítimamente se esfuerzan por tener su fuerza, espacio e identidad.

A los cambios en el sistema político se agregan el impacto tecnológico y de la globalización, así como, las transformaciones producidas en la sociedad chilena, en su configuración  social y cultural, en las creencias populares y en las imágenes y contenidos que tienen las corrientes de pensamiento que han evolucionado profundamente.

En concreto, se ha instalado el desencanto, un cansancio con las malas prácticas de la política, con la demagogia de prometer lo que no se puede cumplir o con recurrir a financiamientos indebidos de las campañas o hacer mal uso de los cargos públicos para instalar amigos o incondicionales, por ello, reponer una perspectiva-país es una tarea urgente para los que piensan dirigir el Estado en el tiempo futuro.

Además, se registran expresiones de intolerancia religiosa y fanatismo dogmático que se alejan de la fe y del respeto espiritual a quienes piensan distinto, con expresiones de un inédito conservadurismo en el país.

En este clima, la derecha como le es habitual señala que el mercado por su sola fuerza económica será capaz de resolver el dilema. Es una idea simplista, que le acomoda, para que los ricos sean más ricos, con el espejismo que después puedan repartir algo del dinero que acumulan a manos llenas.

Claramente, no es esa la solución ni menos el camino a seguir por un país que vive un ambiente social inquieto y desconfiado. La derecha pretende desconocer que más desigualdad va a generar una fractura social que acentuará la distancia ciudadana hacia el sistema político.

De lo que se trata es rehacer una perspectiva integradora, de amplia convocatoria, de modo de ganar un gobierno con una base de apoyo sólida, de alcance nacional, que refuerce la estabilidad democrática y realice transformaciones que unan al país y alejen el quiebre social que a la derecha piñerista no le importa.

La unidad de la izquierda y el centro es fundamental. Los ataques al ex Presidente Lagos son un completo despropósito. Hay "críticos" que ignoran los avances logrados, en un discurso contestatario que compite con voces "extra sistémicas". La crítica "al voleo", que pretende ser "anti todo" y que descalifica cuanto le rodea, alimenta el resentimiento que la derecha promueve para anular las reformas y destruir la coherencia social que siempre necesitan los cambios que remueven estructuras difíciles de reemplazar.

Por tanto, definir un programa gradual de reformas, paso a paso, sin demagogia ni clientelismo, pero tesonero y coherente, debidamente financiado, será un instrumento efectivo, con fuerza y convocatoria suficiente para derrotar a la derecha y evitar lo que hoy aparece como fatal: una regresión social que agravará las dificultades y no solucionará ninguna necesidad a largo plazo de chilenos y chilenas.

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