El descontrol de Piñera

En una increíble entrevista radial, el lunes recién pasado, dejando a un lado la responsabilidad política que un ex Presidente debiese tener, Sebastián Piñera, señaló que en la reciente primera vuelta presidencial "algunos vivos" entregaban votos marcados a favor de A. Guillier y B. Sánchez.

Ante ello, de inmediato muchas personas, incluido el senador Guillier, denunciaron está imputación al voleo y sin identificar a quienes se refiere, como una "infamia" contra Chile y una ofensa gratuita a miles de personas que participaron el pasado 17 de noviembre en la organización del proceso electoral.

Asimismo, la Presidenta de la República hubo de hacer un llamado a la responsabilidad con el país y luego la lideresa del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, en un hecho político decisivo, declaró su voto a favor de Guillier en la cercana segunda vuelta.

La acción de Piñera fue recurrir a una deplorable maniobra para intentar fortalecer sus intereses de corto plazo. Aunque, se tuvo que desdecir por el rechazo que recibió, se nota que de un eufórico triunfalismo mutó hacia un fuerte desaliento, que le induce funestos vaticinios en su afán de poder.

La conclusión de este episodio es una sola. Piñera no tendrá mayoría en el voto de la ciudadanía que va a sufragar por amor a Chile y por su libre voluntad cívica; no se forma la voluntad ciudadana para satisfacer el exclusivo propósito de aquel que pretende llegar al poder como sea, sin respeto al país y su institucionalidad democrática.

Piñera se ha rodeado de aliados temporales que no hace mucho tenían a Pinochet de ídolo inamovible y que ahora lo adulan como el único que puede "salvar la patria", es el caso del desaforado senador Moreira sumado al ex candidato J.A.Kast. Con ese grupo en la conducción política se recluye aún más a Piñera en un duro integrismo de derecha.

En consecuencia, el candidato de la derecha con tales asesores, tiene dentro de sus eventuales "cursos de acción", un comportamiento que lo puede llevar a un error garrafal, desconocer sus propias obligaciones constitucionales para satisfacer aventureros designios, ya que genera la idea que tiene como meta ganar al costo que sea.

Esa pretensión es inaceptable. Chile tuvo un periodo de dictadura muy doloroso. No es hora de aventuras, se requiere unidad y amplitud en bien de la gobernabilidad democrática.

Por eso, la respuesta que ha recibido Piñera es una sola: con la democracia no se juega y no hay pretensión mesiánica que pueda imponerse a la voluntad soberana de la nación.

Nuevamente, hay que hacer uso de un lápiz para derrotar la soberbia y el delirio de grandeza.

Es la hora de revalorizar en su sentido más auténtico la decisión de concurrir a votar para decidir el destino de Chile.

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