El nepotismo carcome el Estado

En los últimos días, en distintos medios de comunicación que no son precisamente de la oposición a este gobierno, se han dado a conocer diferentes artículos e infografías que detallan las densas redes familiares que en cortas semanas se han instalado en la cúspide del aparato burocrático y que, en forma lamentable, revelan que el nepotismo se toma el Estado.

No es propósito de abordar en esta columna el caso del frustrado nombramiento del hermano como embajador en Argentina, no, ahora se trata de la situación de personeros con responsabilidades políticas de primer orden en el entorno presidencial que no se contienen, no conocen el autocontrol, por el contrario, se conducen con clara decisión de ir copando el Estado de parientes cercanos, generosamente remunerados con platas fiscales, en una conducta deplorable.

No voy a dar nombres porque no quiero entrar a una guerrilla de descalificaciones; las personas informadas saben bien quienes son y que están en el más alto nivel del gobierno.

Los jerarcas de tales familias poseen un innegable bienestar económico, los parientes que han instalado tampoco podrían alegar necesidad alguna, todo les señala cómo tecnócratas acomodados, ajenos enteramente a los desvelos del servicio público, es decir, se trata sin duda alguna de un abuso de poder, de una forma de gobernar en beneficio propio o grupal que resulta totalmente inaceptable.

Además, este tipo de personal, acrecienta la desconfianza ciudadana ante las reiteradas faltas a los principios de transparencia y de igualdad ante la ley que se ven claramente sobrepasados, o lisa y llanamente, convertidos en letra muerta.

En estos actos no hay meritocracia, tampoco hay promoción, dentro de su sector, de rostros que signifiquen un reconocimiento al proselitismo de liderazgos que hayan destacado en el debate de ideas, nada de ello, es la simple ubicación del grupo familiar o amical, es decir, se trata de una de las prácticas que más desprestigia y deteriora la  democracia.

Se podría llegar a pensar que los personeros que debían frenar al Presidente en la errada designación de su hermano, no lo hicieron precisamente debido a que la más encumbrada tecnocracia no podía ni quería hacerlo, porque estaba en lo suyo, en el uso de los cargos para nombrar personas vinculadas a sus entornos de familia.

Lo que ocurre justo cuando un importante número de funcionarios públicos son despedidos, y centenares de ellos reclaman por la arbitraria pérdida de sus empleos. Así también resuenan en muchos oídos, las hirientes palabras de la Presidenta de la UDI que al referirse a los despidos, proclamaba que “tienen que irse”, no importándole la situación de cada hogar que es perjudicado.

Además, estos gastos ridiculizan al ministro de Hacienda que pide austeridad por falta de Presupuesto. Como no hay ley para todas las malas prácticas y las infinitas maneras de burlar sus normas, estos altos ejecutivos de la administración Piñera deben recapacitar y dar marcha atrás en este proceder y reponer el interés del país donde hoy el nepotismo socava el Estado.

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