El PS y su desafío permanente en el sistema de partidos

  • Columna co-escrita con Hernán García, Lic. en Educación en Matemática y Computación, profesor UAHC

 

La idea de modernidades líquidas en cuanto a oportunidad interpretativa de los hechos sociales, políticos y culturales de las sociedades nacionales en sus complejidades internas y externas (internacionales) en globalización y posmodernidad, proviene de Zygmunt Bauman.

Estas (postmodernidades) contendrían una serie de tensiones, indefiniciones, nuevos temas a discutir, instituciones cuestionadas, siendo el Estado-nación una de las más importantes. Pero en específico, el ejercicio de la política sería uno de los ámbitos que más se conectaría con esta idea. Las ideologías, una de las bases cardinales para el quehacer de la política, estarían líquidas.

Por otra parte, Pierre Rosanvallón -entre otros- llama la atención respecto de los profundos grados de desconfianza en que la política se encuentra desplegada, recordándonos de todos modos que no es nada nuevo, ya que la democracia moderna, en su esencia, nació y es un sistema que administra la desconfianza. Así, la separación de poderes sería un sistema de regulación de la desconfianza respecto de cómo un poder no podría avasallar a otro, pensando ello, en la migración de un régimen monárquico a uno democrático con un estado moderno y nacional a posteriori desde los siglos XVI a XX, y hasta la actualidad. En Chile, como Latinoamérica, la dimensión de la desconfianza en la política es inapelable y difícil de subsanar.

Sumemos la noción de clivajes sociopolíticos y hasta culturales de Lipset y Rokkan, quienes permitieron explicar cómo nacen y cómo se proyectan los partidos políticos en particular (también otros movimientos) en una sociedad politizada y un sistema político en específico. Indicando que la tensión entre el Estado y la iglesia es un gran clivaje, como también la de empresarios/industriales y proletarios/obreros/empleados sería otro. Lo mismo ocurriría con la tensión entre el campo y la ciudad y así. Ello, como procesos propios de una Europa, o mundo central que observaban. De todos modos, la noción de clivajes se ha usado y usa indistintamente en Latinoamérica -también las otras- y es de utilidad para explicarse el nacimiento y gestión de los partidos políticos ajustados a esta territorialidad con unas u otras coyunturas o tensiones sociales.

Tomás Moulián con su "Chile actual, Anatomía de un Mito", Manuel Antonio Garretón con su prolífico análisis del proceso de la transición política, con su "neoliberalismo corregido y progresismo limitado"; y Carlos Huneeus con su "democracia semisoberana...", de algún modo hacen carne las tres dimensiones antes descritas a propósito del proceso político chileno, donde el sistema de partido vigente es heredero de un clivaje, desconfianza y liquidez respecto de la transición política (clivaje democracia vs. dictadura, el que recicla otros anteriores), el cual determina y determinó lo que Giovanni Sartori recuerda regularmente como pluralismo democrático para la organización de los partidos en Chile, con sus luces y sombras.

En la actualidad, tras un ciclo de protestas y la irrupción de una geografía multitudinaria que se expresó y expresa en cada cuadra, plaza, comuna, región y nación en sus diferenciadas temáticas (ambientales, feministas, laborales, otras... demandando dignidad, en el fondo)(1), se sedimentó una energía social que permitió el Estallido Social o Revuelta como se le indica por estos días, forzando acelerada y traumáticamente (para unos) un acuerdo de noviembre 15 de 2019, que permitió un proceso constitucional e institucional, que ya formalmente había sido anunciado y gestionado por la ex Presidenta Michelle Bachelet (proceso ciudadano y proyecto de ley funcional a ese propósito) y guardado/desechado por este Gobierno al inicio de su gestión.

En este análisis cabe la siguiente pregunta: ¿Se está vivenciando un nuevo clivaje que podría denominarse transición política cívico-militar vs. re-democratización funcional a una nueva dignidad de la persona humana? pareciera que sí.

Esto pues, haciendo plausibles la aplicación de las diferentes categorías antes consignadas de tensiones, desconfianza y territorialidad, el sistema de partidos políticos chileno quedaría dibujado con una nueva energía social y electoral. Es decir, con la extinción de algunos, en la generación de otros, o bien manteniendo o fortaleciendo otros cuantos, siendo la cuestión electoral, un indicador decidor de tal situación.

Es preciso consignar, que esta situación/condición fue también asumida por el Gobierno de Michelle Bachelet, en su segunda versión, por medio de un ajuste importante en las reglas del juego político, como fue el cambio del sistema electoral, de partidos políticos y en la descentralización política (elección directa de gobernadora/es regionales, entre otras), hecho que reconfiguró la geografía electoral del sistema político, coadyuvando además a la construcción de nuevos clivajes, como se está vivenciando en el proceso constituyente.

Henos entonces acá, en medio de un proceso electoral complejo o más bien lleno, aparentemente, de tensiones e indefiniciones, como las publicó recientemente un medio periodístico(2), respecto de las desconfianzas internas del Partido Socialista (proyectable al resto del sistema de partidos en sus identidades y procesos internos particulares).

En la práctica se construyen indefiniciones públicas, a través de supuestos que parecieran objetivos, pero focalizados en pocas comunas (para el caso del PS de Chile), que involucran a cerca del 3% de los militantes, de un total de afiliados cercano a los 40 mil. Pero el efecto mediático que expresa el titular periodístico favorece la idea/imagen de fragmentación interna (acotada eso sí), pero que no da cuenta de un fenómeno partidario relevante (aún, indicarán sus promotores), donde se expresa la territorialidad que busca ajustarse a las definiciones formales e institucionales. Se aspira a que éstas sean colectivas, sin perjuicio de las estructuras establecidas y que están reguladas por estatutos partidarios, como en todas las organizaciones políticas partidistas actuales.

Entonces, además, con un supuesto práctico que es fácil/recurrente de escuchar y asimilar, como es, "las cúpulas lo resuelven todo", cercano a la ley de hierro de los partidos(3), lo que expresado por sectores internos en su legítimo derecho de participación y opinión, contribuyen a prefigurar una imagen líquida entre oficialistas y disidentes, fenómeno que también se proyecta hacia el resto del sistema de partidos, concurriendo más que a dimensiones ideológicas y políticas estructurales, a situaciones propias de un proceso electoral intenso (varias elecciones) y acotado (temporalidad... en un año).

Construido el mensaje de reclamo, se proyecta el manto de desconfianza interna que permite a otros partidos plantearse la conveniencia de ser o no ser aliados de un partido que funciona líquidamente, relativizando sus acuerdos y, proyectando un potencial incumplimiento de esta situación que, a su vez, también aplicaría para los otros. Lo anterior, como se ha podido apreciar, en el caso del PS, no se ha anclado al componente ciudadano (intensamente, por lo menos) y constitucional vigente, el cual precisa de certidumbres nutritivas/críticas de la mayor cantidad de actores siguiendo y complementado el proceso electoral y constitucional en marcha, donde el mismo partido (partidos en general), juega un rol cohesionador, por lo menos en la dimensión electoral, como podría interpretarse desde el titular de otro medio(4).

Surge entonces, una premisa: el sistema de partidos exprimido al máximo, producto del gran número de elecciones, deberá responder adecuadamente, pues, está en juego lo que ellos mismos representan, estos es, ideología, principios, valores y doctrinas funcionales al incremento en los grados de confianza, despejando las diferencias internas y, a lo menos, valorizar a sus representantes territoriales ante una ciudadanía que está expectante, y que esperará innovación ad hoc a los premuras temporales durante el siguiente periodo presidencial (es decir, acotadas), pues espera respuestas y soluciones a las complejidades sociales que se avecinan.

En el caso del PS de Chile, pero también en otras instituciones partidarias, este escenario debería estimular a que las orgánicas partidarias desplegadas en el territorio trabajen, sistemáticamente en disminuir la distancia operativa cotidiana y mejorar la acción comunicativa, ya que, de no mediar información asertiva y oportuna, se proyectaría un trabajo entre penumbras, trasluciendo y fortaleciendo un manto de desconfianzas adicional en la toma de decisiones.

Sumemos, rápidamente lo que vive RN con las declaraciones de su candidato Sebastián Sichel, quien como se observó (¿observa?), estimuló la desconfianza, no teniendo una comunicación asertiva con sus parlamentarios y buscó salir del problema (retiro del 10%) generando un manto de suspicacias, favoreciendo, claramente la opción de José Antonio Kast, traduciéndose ello, en que una Derecha, en segunda vuelta, buscará mejores representantes, dando liquidez al proyecto de una generación.

Por ello, entre clivajes, liquideces, desconfianzas, entropías entre otros efectos, la/os socialistas militantes y adherentes (el pueblo socialista) se esperaría contribuyeran a la articulación de las mayorías populares, manteniendo el compromiso y respaldo a Paula Narváez, quien solicitó primarias y delineó el encargo de cumplir los efectos del resultado de la consulta ciudadana, sin perjuicio de los vasos comunicantes que se deben cultivar para consolidar esa mayoría unitaria y popular, que esta misma expresión partidaria ha convocado desde hace algún tiempo, y también en esta coyuntura electoral.

Así, no sólo el PS de Chile, en cuanto integrante del sistema de partidos se encontraría conminado a concretar la mejor gestión para impedir la licuación doctrinaria y política de sí mismo, acotando el caldo de cultivo funcional al vaciado de sentidos comunes (proyecto político), potenciándose (para impedir ello) la institucionalidad interna y dando valor a los representantes territoriales (mandatarios y dirigentes de base). Por ello se debe fortalecer y no dividir las mayorías populares de nuestra patria republicana para el logro de la nueva sociedad que posee una energía social... silente, por ahora, pero que no ha desaparecido.

(1) Ver en https://www.academia.cl/comunicaciones/columnas/la-geografia-de-la-multitud-tras-la-polis-justa
(2) Ver en https://www.latercera.com/la-tercera-pm/noticia/espacio-para-boric-tres-comunales-ps-de-la-rm-decretan-libertad-de-accion-para-la-eleccion-presidencial/HRBMMDNJ25ALTNF3SNKZIVZICY/
(3) Ver en https://www.elquintopoder.cl/politica/elecciones-en-el-partido-socialista-ley-de-hierro-y-democracia/
(4) Ver en https://www.elmostrador.cl/nueva-constitucion/2021/09/08/crece-la-bancada-patricio-fernandez-se-suma-al-colectivo-socialista-en-la-convencion-constitucional/

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