El sentido de la esperanza o Aprobar para seguir soñando

Desde hace dos años, Chile vive el bello y difícil proceso de redacción y aprobación de una nueva Constitución. Hoy estamos viviendo la fiesta de la democracia, la que tendrá su concreción el 4 de septiembre de 2022, cuando todos/as estamos llamados a participar e, independientemente de las condición, riqueza, pobreza o capacidades, cada participante tiene el mismo valor: una persona, un voto.

Los/las que creemos en la necesidades de cambios profundos, que permitan la construcción de otro mundo, sostenemos que -parafraseando al papa Francisco -la mejor manera de derrotar la dominación y de avanzar es sembrar la esperanza y derrotar la desconfianza.

No desconocemos que caminamos por nuestro Chile cargados de problemas, llenos de ansiedad y de tensión, pero también de esperanza. Esta es fundamental para el ser humano y las comunidades, pues es el motor que nos impulsa a conseguir lo que queremos y a mantenernos ilusionados con la vida. Tanto es así, que su falta aboca a la depresión. La esperanza ha sido abordada y conceptualizada desde diferentes ámbitos: filosofía, psicología, teología, política, y se han dado diferentes elementos en su conceptualización.

Desde la psicología se ha definido la esperanza como una emoción, y así como un estado mental y motivacional. Incluso, más recientemente, desde la psicología positiva como una fortaleza de carácter o rasgo de personalidad positivo. El modelo más extendido e investigado de esperanza es el propuesto por Snyder(1), un modelo cognitivo derivado de las teorías motivacionales.

La esperanza, según este modelo, es un rasgo cognitivo, una mentalidad que nos permite plantearnos objetivos en nuestra vida (profesionales, personales, comunitarios, etc.); junto con la capacidad para establecer las caminos para alcanzar dichos objetivos y la capacidad para mantener un pensamiento motivador que nos permita iniciar y persistir en la consecución de los mismos a pesar de los obstáculos y dificultades que puedan encontrarse en este camino para alcanzarlos.

La esperanza es más necesaria, y más importante, para las personas y para la comunidad, cuando el objetivo es más exigente y es por ello que estos tienen que tener como características, ser comunitarios y personales.

El efecto positivo de la esperanza se ha demostrado claramente, por ejemplo, en las conductas de prevención de la salud. Las personas con niveles altos de esta se comprometen más con conductas y hábitos saludables. Además, cuando aparece la enfermedad, las personas con niveles altos de esperanza tienen una mejor adherencia a los tratamientos, y presentan mejores estrategias para afrontar a la enfermedad.

Por otra parte, la esperanza ha demostrado ser un fuerte mediador entre los efectos negativos del estrés y la satisfacción con la vida. Las personas con mayores niveles de esperanza presentan menores niveles de afecto negativo (ansiedad, tristeza, etc.) es decir, presentan un mejor ajuste psicológico general.

Finalmente, hay una amplia evidencia en diferentes poblaciones y culturas que apoya la relación positiva entre la esperanza y felicidad y satisfacción con la vida, así como con el desarrollo psicológico óptimo. Por tanto, las personas con buenos niveles de esperanza tienen una mejor salud mental. La esperanza es, por tanto, uno de los recursos más relevantes tanto para nuestro bienestar, como para nuestra realización en la vida. Por ello conviene que la fomentemos.

Los pueblos de Chile nos hemos dado la oportunidad de iniciar un nuevo camino, el cual se expresa en el proyecto de una nueva constitución al que estamos todos/as invitados/as. El sentido de este proyecto es aprobar el camino que vamos a seguir como país y el llamado a vivir la plenitud de una idea que pone la centralidad en las personas, los y las excluidos y la solidaridad.

Los sustentadores de la posición del Rechazo nos dicen que todo será tristeza y dolor, todo fracaso y tragedia. Pero no, no será así, hay un profundo sentido de esperanza en lo que nos espera. Elegir aprobar es encontrar el camino y recorrerlo juntos, es saber que por difíciles que sean las situaciones que debamos afrontar, no todo termina con el miedo, el odio y la muerte que señalan en su mensaje quienes promueven el voto rechazo.

Ante ese panorama, no podemos dejarnos vencer por todo ese clima de zozobra, tenemos la convicción de que por encima de los problemas estamos llamados a ser sembradores de esperanza, alguien que pueda mostrar el camino a otros, con la profunda convicción de que es posible construir un mundo mejor, un país más fraternal y humano.

Es, al mismo tiempo, reconocer que la espiritualidad, cualquiera que esta sea, debe ser encarnada, que no es algo distante y apartado de la cotidianeidad. Es anunciar y proclamar a todos/as que la esperanza tiene sentido y hoy adopta la forma del apruebo.

Al celebrar la fiesta de la democracia hay que hacer un llamado a quienes no participan o a quienes aún tengan dudas, frente al proceso plebiscitario que afrontamos, para que se conviertan en participes de la esperanza, ya que bien vale la pena recobrar el sano optimismo que necesitamos para seguir adelante y ello comienza con votar Apruebo.

(1) Snyder, C. R. (Ed.). (2000). Handbook of hope: Theory, measures, and applications. San Diego, CA: Academic Press.

Desde Facebook:

Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado