El verdadero desafío

Difícil no recoger el guante ante la multitudinaria marcha pidiendo terminar con las AFP. Se instaló en la calle el emplazamiento a sincerar la voluntad política de hacer cambios al actual sistema de ahorro previsional que ya fracasó.

Fracasó básicamente porque la promesa de la derecha económica que planteó este sistema en los años 80, era que las tasas de reemplazo estarían alrededor del 70 por ciento, lejos del real 30 % de sus sueldos que reciben la mayoría de los  jubilados.

Inexplicable entonces la postura de quienes no ven la necesidad de superar este sistema que profundiza los niveles de desigualdad  ayudado por la inestabilidad laboral y los bajos niveles de ingreso.

Algo se avanzó al establecer pensiones básicas solidarias permitiendo acceder a millón 300 mil personas que no tenían posibilidad de recibir pensión. Ello con alto costo que asumió el Estado de 2.500 millones de dólares. No es suficiente sin duda. 

Desde el Partido Demócrata Cristiano se hizo una propuesta que hoy se retoma: permitir que los cotizantes pudieran retirar una parte de sus ahorros para destinarlo a la compra de su vivienda, solventando lo indigno de trabajar una vida para pasar sus últimos días sin techo. Todo es parte de la búsqueda de alternativas, porque el tema previsional es el mayor desafío como sociedad y no podemos hacernos los lesos.

Así las cosas, surgen soluciones a este sistema que no incentiva finalmente el ahorro voluntario y descansa en la exclusiva responsabilidad del trabajador, sin ningún rol de la empresa. De ahí la necesidad de retomar el sistema tripartito: la solución debe ser mixta con mayor aporte de los propios ahorrantes, de los empleadores y del Estado a través de este mecanismo. Por cierto, además mayor fiscalización y sanciones, para castigar a quienes hacen uso indebido de los fondos.

Mientras, se postula el retorno al sistema de reparto cuya experiencia  falló al permitir que los ahorros individuales pasaran a ser colectivos, quedando en la nebulosa el tipo de jubilación que le corresponde a cada cual y marcando un régimen injusto al alero de la exigencias que a muchos dejaron sin pensión.

Además, están quienes piden la creación de una AFP estatal apostando a generar una mayor competencia en el sector, con tasas de rentabilidad apenas más altas, y corregir el sistema de cálculo para las pensiones. Otros proponen extirpar el sistema de raíz, y me pregunto ¿tendrán estos fondos el mismo valor al momento de liquidarlos ante un colapso absoluto del sistema actual?

Me uno a las palabras respecto que parece no haber “una bala de plata” para las AFP. Pero ojo, que esto no significa que el sistema tenga que quedarse tal como está. Ello  es inviable.

Urge un cambio, pero evitemos el mareo. Surge entonces la duda sobre la oportunidad que gatilla la marcha. ¿La idea de algunos de instalar un discurso populista? ó ¿la concepción real de que la previsión social es un derecho y no netamente un negocio?

Estoy seguro que este es el punto neurálgico de la manifestación ciudadana, ¡enhorabuena! Hagámonos cargo, en serio, como lo hemos hecho con las reformas impulsadas a raíz de la demanda recogida cuando planteamos ser gobierno como Nueva Mayoría. 

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