Elección de gobernador regional, oportunidades y desafíos

El 1 de marzo último el Senado aprobó unánimemente la idea de legislar la reforma constitucional que promueve una descentralización efectiva, proponiendo el reemplazo del Intendente por un Gobernador Regional elegido directamente, y del actual Gobernador por un Delegado Presidencial en cada provincia.

Ello es un proceso irreversible que conducirá a la elección democrática del gobernador regional, aunque el trámite legislativo aún en desarrollo deberá dilucidar la fecha de esta primera elección y el mecanismo para elegirlo: por mayoría simple en primera vuelta o por mayoría absoluta y con segunda vuelta, entre otros temas.

Igualmente, en proyectos de ley adicionales se deberá determinar qué y cómo se transferirán más y nuevas  atribuciones y competencias al gobierno regional y con qué recursos contará para una gestión cada vez más autónoma.

Así se abre una oportunidad para que las regiones, en base a las preferencias locales, puedan impulsar un desarrollo más endógeno, conjugando estrategias, programas e instrumentos con mayor pertinencia regional y con un claro enfoque de gestión territorial, diferente a la sectorial con que predomina la actual gestión centralizada del Estado y del gobierno central.

Con estas elecciones,  y la de todo el estamento de autoridades municipales y regionales,  se creará también la oportunidad y condiciones para desarrollar un espacio político regional propio que permita una efectiva deliberación regional y territorial, hoy precaria sino inexistente, por efecto del tutelaje  de la elite central desde el Estado, gobierno, parlamento y partidos políticos.

Ello explica los clientelismos, patrimonialismos y prebendalismos, instituciones informales mediante las cuales se ha mantenido el control y la subordinación política de las regiones. El caso de la región de Tarapacá, a modo de ejemplo, es uno de los más emblemáticos y agudo, hoy en crisis y agotado como modelo de gobernanza regional: el debate es de cargos, prebendas y lealtades a “líderes”.

Serán oportunidades, sin embargo, en la medida que las mismas regiones, el conjunto de sus actores sociales, comunitarios, del mundo politico y privado, forjen las condiciones y capacidades para auto gobernarse y hacerse responsable de sus elecciones y decisiones. Ya no podrán echarle la culpa a Santiago, al “caudillo”, al Senador, a la autoridad designada centralmente.

Por eso, el aumento del protagonismo de las comunidades y ciudadanía regional para expresar y debatir acerca del modelo de desarrollo regional y local, de sus pilares de desarrollo económico y social,  de la marca e impronta regional, del tipo de instituciones de gobierno y liderazgoterritoriales, del papel y aporte de cada uno de los sectores sociales e institucionales, del talento y calidad ética y moral de sus líderes, es hoy un desafío ineludible a la hora de confrontar opciones electorales este año a nivel local y el 2017 a nivel regional.

El papel de los medios de comunicación, especialmente los de sensibilidad y/o raigambre regional, será fundamental para contribuir a esta expresividad, propiciando debates territoriales más sustantivos.

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