Elecciones PDC ¿y ahora qué?

El hecho que el  65.6% de los camaradas que acudieron el domingo a las urnas se manifestaron a favor que la actual directiva del Partido Demócrata Cristiano, es una señal potente del valor y fortaleza de los procesos internos de democracia participativa de nuestro partido.

Fue un favoritismo contundente, pero no podríamos hablar sino de lo que ganaron los propios militantes y el PDC, al abrir el debate a las ideas con la existencia de otras dos listas, un hecho que denota la cabida que tienen ellas también dentro del partido.  Y es que - a pesar de las diferencias - mantenemos una fraternidad y hermandad que ya se quisieran otras colectividades. Eso hay que defenderlo y resaltarlo, hemos sabido buscar los acuerdos.

Bien por nosotros, bien por la actual mesa, bien por la DC, pero… ¿Y ahora qué?

Pasada la euforia, hay que hacerse cargo de los problemas y falencias que dejó al descubierto esta elección. Lo primero es reconocer que la participación en general está pasando por una crisis en nuestro país y que este fenómeno también nos ha tocado ampliamente como partido.

En estos comicios, votaron 20.593 mil militantes, lo cual no es sinceramente una noticia excelente para ningún miembro de la DC.

Con estos números… ¿cómo vamos a cumplir con el desafío de renovar la confianza de la ciudadanía  en un candidato de la Nueva Mayoría, si no logramos movilizar ni siquiera a nuestros propios partidarios? Es imperativo que, si bien es un problema transversal a todos los partidos, debe ser abordado con acciones concretas que propongan soluciones a corto y mediano plazo.

Lo otro inevitable y obvio para la DC es el tema presidencial. Ya con Guillier, Lagos, Insulza y Piñera corriendo como candidatos, es natural que el partido se sienta con la urgencia de levantar una figura. Este proceso debe responder a las instancias oficiales internas con la claridad de que nuestro domicilio político es el mundo progresista, socialcristiano y democrático.

Sabemos que hay sectores y camaradas muy entusiasmados - al fragor de la elección de ayer - con llevar candidato a la primera vuelta, tensionar la relación con la Nueva Mayoría e -incluso- tentar a la suerte con la idea de poner fin a la coalición en la que hemos estado desde el retorno a la democracia. Nada en política debe hacerse con la cabeza caliente ni menos al calor de momentos políticos puntuales; se requiere mucha calma y serenidad para entender bien cuáles son las tareas que tenemos de cara a lo que viene.

Nuestra primera tarea es lograr que los militantes vuelvan a participar en todas las instancias de trabajo del partido, partiendo por la elección de nuestras autoridades.

Así también hay que abordar el tema de nuestra representación en las organizaciones sociales que - seamos sinceros - es un asunto de primera prioridad, más aún cuando vemos que en las principales organizaciones sindicales, gremiales, universitarias, hace rato que la DC no juega un papel conductor. ¿Cómo vamos a soñar con dirigir a nuestra coalición si no logramos amasar liderazgos territoriales y sociales relevantes?

Hay que modernizar al partido promoviendo el liderazgo juvenil, regional, multicultural y femenino. Eso nos dará espacios para levantar propuestas de visión de país y sociedad en cada ámbito de la vida de Chile, la economía, la educación, la integración de los pueblos originarios y muchas otras áreas en donde la DC antes tenía una idea clara y hoy solemos tener más divergencias.

Una vez realizadas estas tareas, cuando podamos ofrecer nuevas y grandes ideas a nuestros compatriotas, nos será mucho más fácil encontrar personas y liderazgos que encarnen esa idea de país que queremos.

Lo otro, eso de apurarse por levantar candidatos, marcados simplemente por la coyuntura,  es un claro síntoma de que no entendemos para qué estamos en política.

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