Eliodoro Matte quiere pasar colado

“Los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio, afirmó en 1892 Eduardo Matte Pérez, parlamentario, ministro e hijo del fundador del Banco Matte. Se trata del bisabuelo del aún presidente del directorio de CMPC, Eliodoro Matte Larraín, quien hoy prepara, más rápido de lo pensado, su paso hacia los cuarteles de invierno.

Esta emblemática frase ha sido profusamente desempolvada en los últimos meses porque simboliza, 124 años después, la vigencia del perfil, la visión, el paradigma de una de las poderosas familias que integra la clase dominante chilena.

Como está debidamente documentado, en diversos momentos de nuestra historia como país han movido sus piezas para contrarrestar los avances políticos y sociales de “las masas”. El más reciente y brutal fue su participación, a través de la Papelera, en el derrocamiento de Salvador Allende Gossens. Tras el golpe, amasaron fortuna y poder a través de la industria forestal.

Eliodoro Matte Larraín y la CMPC quieren hoy seguir pasando colados por la historia de Chile.

La noticia de que eran responsables de liderar un cartel para coludirse junto a SCA (Ex Pisa) en productos de primera necesidad lo obligó a adelantar el retiro de la primera línea del directorio y del negocio familiar. Primero abandonó las riendas del otrora referente de las percepciones del empresariado, el Centro de Estudios Públicos (CEP).

El próximo viernes 29 de abril los Matte pretenden cerrar y abrir una nueva etapa familiar y empresarial a través del cambio de mando en el directorio de CMPC. En esa máxima instancia se juegan una oportunidad para mover sus piezas e intentar sacarse el jaque legal y reputacional que enfrentan en el complejo ajedrez nacional e internacional.

Durante la convocada junta ordinaria de accionistas debutará el aumento de 7 a 9 integrantes en el espacio donde se corta el gran queque. Lo más llamativo es que se suman el ex Contralor General de la República, Ramiro Mendoza y habrá que esperar si Vivian Blanlot decide maridar esta nueva responsabilidad en la empresa privada con el cargo público que ostenta de presidenta del Consejo para la Transparencia.

Pero hasta ahora Eliodoro Matte Larraín ha querido pasar colado en la historia. En su campaña de lavado de imagen a través del impoluto El Mercurio, ha seguido el guión de pedir perdón, afirmar que nunca detectó durante 11 años lo que pasó en su empresa de Chile y Perú, lamentar la falla en los controles, condenar las reprochable conductas, asumir una lección de humildad, pero gozar de la tranquilidad de haber actuado transparentemente y siempre con la verdad.

Si Eliodoro Matte Larraín quiere irse en paz a sus cuarteles de invierno, (aunque igual seguirá al mando desde el escritorio y sillón de su mansión) debe, primero, dejar una propuesta justa y digna para compensar a los 17 millones de chilenos y chilenas que fueron perjudicados con el cómplice y silencioso abuso empresarial. Esto no se resuelve con soltar dos chauchas, ya que las actuales “masas” no son “influenciables y vendibles” y tienen más peso y opinión.

Si Eliodoro Matte Larraín no compensa rápida y adecuadamente, el nuevo directorio encabezado por Luis Felipe Gacitúa heredará una papa aún más caliente y será más cuesta arriba recuperar la reputación perdida y confianza ciudadana. El nuevo directorio ya tiene harto paño que cortar para seguir delineando la estrategia con la que enfrentarán los tribunales económicos y civiles.

¿Qué hará Eliodoro Matte Larraín y el nuevo directorio el próximo viernes 29 de abril?

¿Seguirán o abandonarán la pauta y consejos de hace 124 años?

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