En búsqueda del socialdemócrata perdido

Heraldo Muñoz dice “hay que recuperar a la izquierda socialdemócrata” y Felipe Harboe ha señalado que “es hora de que la centroizquierda levante orgullosa la bandera de un proyecto socialdemócrata”. Es extraño que a un sector político se le tenga que recordar que tiene que levantar la cabeza para defender sus ideas. Es como alentar a alguien a que se atreva a ser él mismo.

Nadie había nombrado en público a la socialdemocracia, pero bastó que fuera elogiada por el adversario para que se reaccionara como ante un robo. De golpe la moderación progresista vuelve a estar de moda. ¿No es significativo que se aprecie lo que se tiene solo cuando intentan quitártelo?

Los bienes abandonados suelen perderse. La verdad es que la centroizquierda venía pidiendo disculpas por existir desde antes de perder el gobierno. De hecho, es posible que se haya perdido el poder porque la autocrítica superó la defensa de lo que se estaba haciendo.

Si los que tienen la responsabilidad de sostener las convicciones se destacan por exhibir sus dudas o tomar a otros como referentes, se está pidiendo el relevo a favor de otros que duden menos y gobiernen más. Fue exactamente lo que ocurrió.

Ante la poca autoestima se convenció a la derecha de que podía ganar y ella se aprestó con mucha anticipación a asumir la conducción del país; no estaba capacitada para gobernar, pero detectó a simple vista un vacío de poder.

De manera que el problema no ha estado nunca en las ideas, ni menos en la falta de realizaciones prácticas, sino en que las convicciones han dejado de estar representadas en la conducción de los partidos.

Esto se puede comprobar fácilmente. Piense usted cuáles declaraciones destacaría de los líderes partidarios en las últimas semanas. Si no se puede acordar de ninguna es porque no están diciendo mucho. No es un problema de memoria.

Si prefiere, haga que le presenten una lista de lo que dicen, sin los nombres al pie de página, se dará cuenta que, en gran parte, son intercambiables. Las obviedades superan la defensa de los puntos de vista.

La situación cambia cuando se escucha a los líderes con contacto ciudadano. En este caso la convicción se une a las palabras de un modo muy característico; razón y emoción confluyen en la entrega de un mensaje que es auténtico.

Cuando hay que recordarle a cada cual lo que es, se debe a que se le nota poco. En reemplazo de la orientación por proyectos, lo que tenemos es el predominio de los técnicos de la política, los que conocen el oficio y saben tirar de los hilos adecuados del poder. Pero la técnica nos dice cómo y nunca para qué o para dónde. De allí la sensación de “sin gusto a nada” que predomina.

Tenemos en la segunda línea a los que debieran estar en la primera y en la primera a los que deberán estar prestando apoyo.

Sin ese cambio continuaremos marcando el paso porque tenemos a las personas adecuadas en los puestos inadecuados.

Si la centroizquierda fuera la selección nacional de fútbol hoy tendríamos a Alexis Sánchez al arco, a Vidal en la banca y a Claudio Bravo en el ataque y aún estaríamos buscando entrenador. Así no se puede.

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