En memoria de Camilo Catrillanca

El homicidio de Camilo Catrillanca, el 14 de noviembre, a consecuencia de una violencia policial descontrolada del “Comando Jungla”, ha conmovido y movilizado a la comunidad nacional, como muy pocos hechos lo habían logrado en los últimos años.

Esta respuesta no es simple “mezquindad”, como señaló el ahora ex intendente, Luis Mayol, en una ofuscada comparecencia pública al dar a conocer la decisión presidencial que lo sacaba del cargo. Esa irritación no ayudó, ni a él ni al gobierno que pretendía defender, y lamentablemente ha sido una constante en las declaraciones oficialistas.

Este malestar en personeros de La Moneda, y de sus incondicionales, explica la errada base del discurso gubernativo, que la trágica muerte del comunero mapuche no fue causada por un disparo criminal que nunca debió hacerse, sino que una mano oculta ha incitado estos hechos con el objetivo de sacar provecho político y causar daño al Ejecutivo, al Presidente y al gobierno.

Ese es el grave error. No hay antecedentes que sostengan la existencia de tan absurda incitación. Los hechos son ya evidentes. Se trata del uso de violencia desmedida por carabineros, el “comando jungla”, que han actuado pensando que tenían impunidad, precisamente, por el respaldo irrestricto recibido desde la autoridad política, aprovechando la desfiguración pública que se ha hecho de la demanda mapuche, presentándola como una “acción terrorista”.

Es allí donde está la responsabilidad política del gobierno y del Presidente de la República. El país lo vio en junio, en forma personal, con el “comando jungla”. No tenía para qué hacerlo ni porqué asistir. Pero lo hizo. La imagen muy difundida, el 28 de junio, lo muestra hablando delante de un “comando”, es decir, un grupo de combate preparado para la contra insurgencia y no para labores policiales. Incluso en los cascos se ven las cámaras, que sin ser para ello, obstaculizaron la versión de la impunidad.

Esa fue la decisión política presidencial, era la búsqueda de apoyo en el grupo ultra conservador, ese que exige “orden”, que cree que gobernar es reprimir.

Ahora que esa política de Orden represivo se vuelve en su contra Piñera dice que el comando jungla “no existe”, que es “un invento”. Pero, las frases no borran los hechos. Hay una víctima fatal. La tragedia ya es irreparable.

Lo que Piñera exhibió no fue imaginación del país, el gobernante al negar su propio proceder superó todas las marcas, incluida la “pos verdad”, y llegó a lo insólito, al tiempo que se creía superado, el que impulsó la impunidad desde el Estado. Eso sí que es inaceptable, volver al ejercicio de la violencia  del Estado y que sus responsables lo nieguen con absoluto descaro.

Apenas presentó el Comando Jungla alerté sobre lo errado de esa decisión y recordé que ya Pinochet había fracasado con un intentó similar, el llamado Comando Cobra que no le sirvió absolutamente de nada, salvo fracasadas operaciones represivas.

¿Quién asesora a Piñera? Ya que en vez de exponerse al descrédito de esa manera, lo que debiera hacer es rectificar, y como Jefe del Estado entregar las excusas que corresponden. Como gusta de frases debiese recordar que “nadie se humilla por la patria”. Hasta hoy lo sigue eludiendo. Al jugar con fuego se arriesgó a que la espiral de violencia lo quemara, y así fue.

En lugar de enmendar, al reunirse con el nuevo Intendente en La Moneda, de nuevo tomó una grave decisión política, insistirle que debía “combatir el terrorismo”, consigna que se ha prestado tantas veces para justificar crueles abusos del Estado, y que en las actuales circunstancias toma un peligroso sentido, que la autoridad estimula con total irresponsabilidad política.

Un digno homenaje a la memoria de Camilo Catrillanca comienza con la debida consideración a su familia y su comunidad, así como, debiese convocar al respeto del pueblo mapuche, a iniciar una nueva etapa de reconocimiento histórico de sus derechos y de estímulo a la preservación de su cultura y cosmovisión ancestral.

Por el contrario, el resentimiento en la autoridad no lleva a nada bueno, esperar la ocasión para desquitarse puede ser fatal.

Hay que asumir el error y entender que la violencia del Estado sólo engendrará más violencia en una espiral que se debe detener ahora. Esa es la responsabilidad política que en esta hora se requiere, con ello se honrará la memoria de Camilo Catrillanca.

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