Fariseos hipócritas

Sergio Velasco
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"El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra", Jesús de Nazaret

El reciente y bullado caso de Rodrigo Rojas Vade resulta ser un doloroso ejemplo de ensañamiento y mala leche con el caído. Entiéndase bien, no estoy haciendo una apología del convencional en su "explosiva mentira". Estoy denunciando la saña, el encono, la morbosidad en los ataques y los reproches desproporcionados, y sin piedad, frente a la estratagema inventada por el ahora triste celebre activista recién electo constituyente.

En efecto de tanto denunciar la paja en el ojo ajeno, que no vemos la viga en el propio, olvidamos que todos y todas, en alguna medida somos pecadores, por acción u omisión. Nadie es químicamente puro, refiriéndonos al bien y el mal, el cual nos acecha a diario sin percatarnos.

La política en general está basada en más de 50 por ciento en ideologías, valores, e ideales. No es menos cierto que el resto son maquinaciones, engaños, luchas por el poder y falsas promesas. Como resultado en este juego de mercados de voluntades nadie es inocente y todos caemos en las redes de la mentira.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que, por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.

Hacer leña del árbol caído es un deporte de arraigo nacional, el típico chaqueteo del chileno engreído, se ha validado casi como una condición inevitable y hasta necesaria, en el modelo de sociedad neoliberal que se nos ha impuesto y que privilegia la competitividad, el individualismo y el egoísmo por sobre la colaboración y el comunitarismo.

El personaje en comento me parece mucho más triste que vergonzoso. Su actuar arrastró consigo la pérdida absoluta de la confianza depositada en él, para representar un hecho tan evidente como la injusticia social.

En efecto, en principio éste no se inventó de la nada, la comedia para obtener dolosamente un redito político o dividendo económico fue la vida que lo acorraló, le puso en la encrucijada viéndose obligado a crear esta ficción, por una suerte de poder subsistir, ante una sociedad brutal que lo violentaba, por cuanto lo discriminaba, segregaba, y rechazaba, tanto por su condición de homosexualidad como por ser portador de una enfermedad crónica estigmatizada.

Como resultado de esta horrible marginación social y la consiguiente depreciación de su autoestima fue creando y disfrazando su verdadera patología por otra que le permitiera hacer más soportable su existencia, morigerando su atroz calvario.

Curioso resulta constatar que la mayoría del público empatiza con el personaje del Joker o Guasón, cuando ve la película homónima porque entiende que su conducta es producto o reflejo de la violencia de la actual sociedad que le agrede reiteradamente si compasión alguna.

En cambio, nuestro humilde representante de la Lista del Pueblo es solamente eso, un genuino pero modesto y vulnerable representante del pueblo, del chileno medio, común y real, carente absoluto de apoyo de poderes facticos, o redes de protección, que carga a cuesta sus virtudes y defectos, sus miedos, sus vicios y también sus sueños.

El inefable doctor Jorge Palma nos increpa airado, sincerémonos nos espeta hemos convividos en medio de un mar de mentiras, farsas y engaños legales y extralegales. Sin ir más lejos, las otrora anulaciones matrimoniales, el financiamiento ilegal de la política, las colusiones empresariales, la santidad del clero y la oprobiosa pedofilia, al interior de la curia, la corruptela de los generales de las FF.AA., los parlamentarios y autoridades sobornadas, los coludidos jueces "aceitados" por el narcotráfico, la gran estafa del siglo la AFP, los alcaldes enjuiciados, para que seguir si la lista es tan larga como Chile mismo.

Todos mienten, pero como modernos fariseos hipócritas, se busca un chivo expiatorio para redimir las cuantiosas culpas lapidando públicamente a un constituyente que, en el peor de los casos, miente menos que aquellos, cuya máxima pena deberá condenársele a "asistir a clases de ética", mientras dure la Convención, cuya misión es irrenunciable.

En el evangelio de Jesús no se condena a la adultera porque fuera falsa la acusación, sino porque en su infinita sabiduría conoce que sus acusadores eran tanto o más pecadores que la misma.

Elijo una mirada compasiva, prefiero empatizar con el drama humano que debe estar padeciendo Rodrigo, no sumarme a la vociferante escandalera oportunista con otros fines, por una denuncia interesada que pretende socavar el merecido prestigio de la Convención Constitucional, que fue el resultado de un pueblo en marcha.

Aguanta "Pelao", no renuncies, tu cargo le pertenece al pueblo que te eligió, con tus fallas y fortalezas, aunque algunos clamen por tu lampiña cabeza.

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