Efectivamente la historia se repite, mis ascendientes llegaron desde Italia, con cierto grado de conocimiento técnico contratado por una empresa Alemana para colocar los primeros ascensores en Chile (similitud como los venezolanos)
La vida no es fácil, con 5 hijos a cuesta deberían sacarse la “cresta”, (perdón por la expresión) para sobrevivir y eran tratados de gringos en forma despectiva.
Todo ello lo escuché cuando niño miles de veces y ahora lo vuelvo a escuchar.
Cada vez que me encuentro en la calle con un inmigrante generalmente de color, se dan las mismas características.
Que sean profesionales (especialmente los venezolanos), que trabajan día y noche (sacándose la cresta) y esperan tener un exitoso futuro con su familia, en Chile.
Esta tarea no ha sido fácil para ellos e incluso tendrán que ir cuesta arriba por haberse desarrollado un cierto espíritu xenofóbico contra ellos. Esto no se dio con tanta fuerza cuando ellos eran rubios y de ojos azules.
Les aseguro que muchos de los inmigrantes saldrán adelante como han salido en otras ocasiones al concentrar esfuerzos inhumanos por su situación precaria.
Los chilenos en el exterior, en esas mismas condiciones, tampoco tienen libre sábado y domingo, trabajan día y noche, sin reparar el día que es y logran metas que no hubiesen soñado en su propio país.
Me sucede que en reiteradas oportunidades se discute sobre negar la entrada de los inmigrantes, ha sido incluso necesario de modificar las leyes de mi país, no sólo por obsoletas, sino más bien, porque la realidad mundial es distinta. Ha llegado ser un tema nacional, de qué modelo y tipo de inmigrantes requiere este país.
Si cerramos hoy los ojos, no nos podríamos imaginar un Chile sin inmigrantes por haber sido un gran aporte a la economía. Incluso se logró en parte de cambiar el indicador de la productividad llegando a dejarlas a nivel positivo, que en muchos años no se había logrado.
Con los actuales indicadores de natalidad inferior a 2, nos obliga como a muchos otros países abrir nuestras puertas de entrada. Se ha llegado a estimar que nuestra economía requerirá a 1 millón de nuevos inmigrantes para la próxima década. Esto debería ser en forma paulatina.
Todos estos nuevos antecedentes, nos da para reflexionar que la ley de inmigrantes en discusión, no debe sólo colocar barreras, sino medidas para atraer a los mejores de ellos a nuestro país.
Doy testimonio de un evento en que participé en que se entregaron diplomas a 84 haitianos y 2 musulmanes (una de ellas doctora).
Ellos se sentían acogidos y agradecidos de estar en Chile y serán de gran aporte.
De este Chile, es que me siento orgulloso.
No vayamos a poner “machetes” a las puertas y luego nos sentiremos arrepentidos.
Termino con la expresión que debemos cambiar “si llegaron con una mano…
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