Guillier le gana a Piñera

Contra todos los pronósticos, las primarias presidenciales del domingo pasado, en el particular contexto que se realizaron, tuvieron una alta concurrencia de electores. Ello demuestra que ellas  se han instalado en la conciencia ciudadana como un elemento que fortalece la democracia y una exigencia para los partidos políticos de designar sus candidatos a través de mecanismos participativos.

Aún cuando no se pueden aún sacar conclusiones de que este interés por las Primarias , observado también el alto rating televisivo con que se siguieron las franjas y debates, signifique una recomposición del interés ciudadano por la política y que ello conlleve una disminución de la alta abstención electoral, no hay duda que sí expresa un deseo de un importante sector del país de que la democracia adquiera mayores niveles de horizontalidad en sus decisiones.

Por cierto, esta alta participación en las primarias deja al desnudo el error gravísimo de la Nueva Mayoría de no haber creado las condiciones para que candidaturas competitivas de este sector concurrieran a Primarias y sus candidatos no estuvieran ausentes, como ocurrió durante un mes, de franjas y debates y perdiera el impulso que la propia Primaria significa en la colocación de las ideas y propuestas de los candidatos ante la ciudadanía.

El resultado favorece a Chile Vamos, y en particular a Sebastian Piñera, que queda instalado como el candidato del sector. Chile Vamos aumenta en 400 mil votos lo obtenido en las primarias del 2013, Piñera obtiene la misma cantidad de votos que tuvieron los candidatos Longueira y Allamand, duplica la votación de Ossandón y triplica la de Kast.

Sin embargo, un dato significativo y que  muestra que de estos resultados nadie puede sacar conclusiones triunfalistas, es que Piñera obtiene 700 mil votos menos de los que tuvo Michelle Bachelet en esas Primarias y Chile Vamos 1 millón de votos menos que los obtenidos por la Nueva Mayoría. Ello ha llevado a afirmar al periodista Fernando Villegas que esta votación, la de Chile Vamos en su conjunto, no le alcanza a Piñera para ser el vencedor en las elecciones presidenciales.

A ello se agrega que en los 371 mil votos obtenidos por Ossandón hay una parte de electores de la Nueva Mayoría que, acogiendo una activa campaña desplegada en las redes sociales, concurrieron a votar por este candidato en la ilusoria esperanza de derrotar a Piñera y , lo que es más significativo y complejo para el ex Presidente, es que la propia cifra obtenida por Ossandón se fragua en una ácida e hiriente polémica por la falta de transparencia y el irrefutable y pernicioso vínculo con los negocios que mantiene Piñera y que será difícil recomponer, más que la relación con  el propio Ossandón, sobretodo, con ese electorado fuertemente díscolo y antagónico que puede volcarse hacia otras candidaturas en la elección de noviembre.

De otra parte, el resultado del Frente Amplio, que instala a Beatriz Sánchez como candidata del sector, está muy por debajo de las proyecciones que sus propios dirigentes formularon, de los 500 mil a los 321 mil que efectivamente obtuvieron sus candidatos, y también aquí hay votos de independientes que adhieren la Nueva Mayoría y en especial a Alejandro Guillier, que votando en esta oportunidad quisieron expresar sobretodo un rechazo a Piñera y a lo que representa.

No caló en el electorado un  discurso radicalizado, de mucha fraseología, con propuestas programáticas carentes de sustento técnico y que se dedicó más que enfrentar a la derecha a intentar erosionar a la Nueva Mayoría con afirmaciones como aquella de que en estos 25 años la centroizquierda ha solo administrado el modelo de la dictadura o el fuerte cuestionamiento, desde una postura izquierdista, especialmente de Beatriz Sanchez, a las reformas que lleva adelante la Presidenta Bachelet.

Fracasó el diseño de los dirigentes del Frente Amplio de intentar desfondar, desde la izquierda, a la Nueva Mayoría y al final el resultado demuestra que la mayoría de la sociedad chilena, que anhela cambios, no está en sintonía con posturas radicalizadas que no entregan seguridad y gobernabilidad a los chilenos y al país.

Si algo sustantivo queda despejado, con el resultado de las primarias, es que Beatriz Sánchez y el Frente Amplio no son alternativa para derrotar a la derecha, que Alejandro Guillier es el único que puede enfrentar con éxito el tentativo de retroceso mercantilista y neoconservador de la candidatura de Sebastian Piñera y vencerlo en segunda vuelta.

Esto, al margen de que será necesario que la candidatura de Guillier pueda articular acuerdos programáticos en temas esenciales que permita canalizar un  apoyo pactado de los electores del Frente Amplio hacia la opción presidencial mayoritaria de la centroizquierda y del progresismo. A quien hay que derrotar es a la derecha y el Frente Amplio, más allá incluso de los desfasados discursos de Beatriz Sanchez sobre la lucha por la conquista del poder, no es el adversario y más bien hay que sumar fuerzas en base a un programa realista de transformaciones.

La posibilidad, por tanto, de que la centroizquierda gane las elecciones presidenciales existe, la derecha continúa siendo minoritaria política y socialmente, y aún con el plus electoral que entrega el candidato Piñera está lejos de tener asegurado el retorno al poder como han pensado los dirigentes de Chile Vamos.

El campo de la disputa se dará especialmente en las capas medias del país que son, de acuerdo al reciente informe del PNUD, mayoritarias.

Lo primero, es lograr transformar la debilidad que implica la división de la Nueva Mayoría en dos candidaturas presidenciales en una virtud, de manera que ambas se perfilen, acorde a sus identidades políticas y culturales, se extiendan y cierren espacio a la expansión de la derecha piñerista hacia los sectores medios, populares, del centro político, e impidan que sean ellos los aparezcan interpretando sus anhelos.

Ello pasa porque  Guillier popularice un programa cuyas ideas fuerza estén concentradas en el crecimiento económico sustentable del país, en la seguridad de la población, en la protección de la sociedad civil contra los abusos de los poderosos y en la reducción de los espacios de incertidumbre,  afirmando fuertemente la capacidad de gobernabilidad y de progreso para Chile.

La baja popularidad del actual gobierno y la oposición de un amplio sector de la población a su gestión, es un fenómeno que sin duda limitará el apoyo social a la candidatura de la Nueva Mayoría. Se trata de insistir, como lo ha afirmado Guillier, que no habrá retroceso en las reformas de Bachelet pero, a la vez, demostrar que las reformas pueden y deben gestionarse mejor, que se deben hacer correcciones, y, sobre todo, que debe  incorporarse a la ciudadanía como protagonista en la elaboración y concreción de ellas.

El tiempo de campaña es limitado. Hay que acelerar la inscripción como independiente de Alejandro Guillier, resaltar la cercanía que él tiene con la vida del chileno común, su ética personal, su apego verdadero al servicio público, su honestidad y transparencia.

Hay que concretar ahora ya el acuerdo parlamentario para que nuestros candidatos se desplieguen por el país llevando la voz y las propuestas de Guillier, acordar con Carolina Goic los espacios amplios de encuentro en lo programático y un pacto de segunda vuelta, realizar una campaña que exalte nuevos valores en la política y en la eticidad de sus actores, motivando a los sectores que no votan para que acompañen a Guillier es este desafío, reduciendo la abstención del descontento progresista.

Hay que mostrar que un nuevo Chile, más democrático, con mayor igualdad y mayores libertades, abierto a lo nuevo en la ciencia y la cultura es posible y que está representado por un chileno con un liderazgo auténtico,  de profundo rostro humano como es el de Alejandro Guillier.

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