Hay variedad de “fachos"

El término “facho” se usa para referirse a personas ultraderechistas, de retórica ruda, violenta y de convicciones fanáticas, que les inducen a posiciones rígidas, extremistas en sus comportamientos, argumentos y estilos.

La palabra “facho” se emplea con sentido peyorativo, incluso ofensivo, como en la denominación “fachos pobres”, que indica a una persona que por su situación social no debiese ser “facho”, pero que lo es, o sea, alude al individuo que asume intereses de un grupo, sector o clase social que le son ajenos y se integra en fuerzas rivales, que le son opuestas en sus propósitos estratégicos, entre ellos, hay quienes en forma directa y sin pudor lo hacen por plata, en una conducta mercenaria, y otra variedad de personas que son arrastradas o se dejan arrastrar por la inseguridad pública o por seguir una imagen de buena labia, aspecto o fisonomía.

Los “fachos pobres” que se lumpenizan existen desde tiempos inmemoriales, se trata de una penosa y dura realidad sociológica, del humilde que se deja utilizar como criminal, del oprimido que se transforma en yanacona, del pobre cuya miseria le hace perder su dignidad.

El fundador del “socialismo científico”, Carlos Marx, no esquivó la existencia de este  penoso pero deplorable fenómeno social y lo caracterizó en sus textos, “La ideología alemana” y “El 18 Brumario...”, con el concepto de “lumpenproletariado”, designó a una franja de personas desprovistas no sólo de recursos materiales sino que también de conciencia y dignidad, cuyos mezquinos y procaces impulsos son manipulados a fin de servir como grupo de choque por los opresores ante la rebeldía social.

Pero, en la otra vereda donde grandes fortunas se juegan en toda suerte de usos o despilfarros, ante voraces sátrapas inescrupulosos surgió el nombre de “lumpenburguesía”, son las castas de depredadores económicos y sociales para los que no hay límites en la consecución de insaciables propósitos de poder y riqueza; por ello, el teórico alemán, André Gunder Frank - en los años 70 -, ideó este término analizando, sobretodo, la realidad de América Latina, en particular, las secuelas del fenómeno de la dependencia económica de la periferia del centro de dominación mundial. Así este concepto es antónimo al de lumpenproletariado.

Por tanto, es válido universalizar su empleo y hacer uso de esta definición para la ávida corte de aduladores que apoyó a Pinochet en el empleo del terrorismo de Estado, es decir, se trata de individuos que no importando los bienes materiales que posean, son eternos abusadores, y tienen un comportamiento social sin moral ni respeto alguno por el ser humano.

Ahora vale la pena volver al inicio, es decir, al vocablo “fachos”, hay varios de ellos que entran en la definición de “lumpenburgués”, además, se puede enriquecer esta categoría y agregar los “fachos torpes” o “fachos tontos” para caracterizar a personas que teniendo elevadas funciones públicas, suelen lucir su desaprensión o ignorancia, “meter la pata” y actuar sin medir las consecuencias o el sentido que pueden adquirir sus palabras o "propuestas".

Es el caso de los diputados UDI que a propósito de la tensión en la Araucanía, luego del deplorable homicidio de Camilo Catrillanca, impulsaron la idea de convocar al Consejo de Seguridad Nacional (COSENA), dijeron que su propósito era “extirpar el terrorismo” de esa Región. Copiando el lenguaje dictatorial patrocinaban una dura desautorización al Presidente de la República, que dicen apoyar.

En efecto, Sebastián Piñera, según la Constitución, es responsable del orden público en su condición de Jefe de Estado, inmiscuir las Fuerzas Armadas significa que fue sobrepasado, hecho que se vendría a confirmar si se cita una reunión del COSENA, reviviendo un esquema siempre deseado por la ultraderecha, la democracia protegida o bajo tutela militar. De ocurrir aquello sería una derrota política del gobierno de la derecha, con graves y hondas repercusiones institucionales.

O sea, intentar el regreso a la tutela militar de los años 80, no sólo es una penosa nostalgia política en los ideólogos de esta iniciativa, sino que además significa una desautorización institucional al gobernante que ni el más duro de sus opositores hubiera pensado.

Ese fue el diseño original de Pinochet, que ante un problema por encima de lo habitual, se impusiera una supremacía castrense, lo que le obligó a instalar en el texto constitucional de 1980, una autonomía fáctica del sector castrense, la misma que se ha constatado resulta inconveniente para el país. Esa separación administrativa y financiera de lo civil y lo militar aún es un resabio no resuelto como corresponde en la recomposición democrática de Chile.

Por orden de Pinochet, en la redacción final de Jaime Guzmán, reemplazando el texto propuesto por Jorge Alessandri, impusieron como la versión definitiva, pero espuria, de la Constitución en 1980, la inamovilidad de los Comandantes en Jefe y el carácter supra estatal del Consejo de Seguridad Nacional, el que ahora quisieron revivir desde la UDI.

Estas odiosas y tutelares prerrogativas anti democráticas fueron tenazmente defendidas por la derecha y el mando castrense, incluido el actual ministro Chadwick que rechazó cualquier cambio a inicios del gobierno de Ricardo Lagos
, en un paquete de reformas propuesto en  el Senado, llegando su vigencia hasta septiembre del 2005, recién entonces la derecha cedió y hubo acuerdo y mayoría suficiente para el alto quórum exigido y aprobar las reformas constitucionales que terminaron tales disposiciones.

Ahora, los parlamentarios de la UDI en cuestión, denigran sus funciones y su propia condición de miembros de un poder del Estado, el Legislativo, que constituido en el Congreso Nacional, cumple una tarea esencial en la estabilidad institucional y la buena marcha del país.

Qué penoso resulta ver a miembros del Parlamento que no saben prestigiar y reconocer su rol, carácter y naturaleza en democracia, y que para colmo, están dispuestos a abdicar su investidura recurriendo a un artilugio autoritario obsoleto.

Como no recordar a Violeta Parra y su plegaria.

“Yo no sé porque mi Dios, le regala con largueza, sombrero con tantas cintas a quien no tiene cabeza”.

Son los “fachos torpes”, si el lector tiene otro nombre para ellos está en plena libertad de hacerlo.

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