Imaginar un nuevo futuro desde el socialismo

El Partido Socialista ha jugado un rol preponderante en el avance reivindicativo del mundo popular y obrero chileno. Ahí está su historia que, no sin desaciertos, puede exponerse orgullosa de sus avances y logros, a saber: el Gobierno de la Unidad Popular, la Reforma Agraria, la Nacionalización del Cobre, la organización de la oposición a la dictadura militar, la reconquista de la democracia, entre tantos otros hitos.

Pero a ratos nos queda también la sensación que, en contraste con las claridades ideológicas y programáticas del pasado, a nuestro Partido Socialista de hoy le faltan respuestas para el futuro. Seguramente parte de esta falencia se explica por el hecho de que parece preocuparnos más los constructos orgánicos que se organizan para copar los espacios de poder, que la necesaria reflexión interna que nos ayude a interpretar y entregar opciones a nuestra sociedad.

Esto es lo que representa para muchos socialistas la redacción y adhesión al documento “El Partido Socialista frente al Chile de hoy. Una reflexión, una invitación”, suscrito inicialmente por cerca de 900 personas. 

Quienes adherimos a el no estamos buscando como primera intención generar un nuevo grupo o facción dentro del PS. Lo que hoy urge es explorar las posibles respuestas para los nuevos desafíos que la movilización social ha abierto.

Con la Nueva Mayoría hemos hecho este esfuerzo de respuesta: nueva Constitución, educación gratuita, más y mejor infraestructura y atención hospitalaria, reformas laborales y una reforma tributaria para sostener estos nuevos derechos sociales que se busca garantizar, han sido pilares del programa que intentamos llevar adelante con la Presidenta Michelle Bachelet a la cabeza del actual gobierno.

Pero no ha sido fácil. Bonos y beneficios ya no parecen ser suficientes. Cada año los presupuestos fiscales suman más dígitos. Al parecer ya no se trata simplemente de poner más plata. La gente quiere participar, opinar, ser consultada y oída. Ya no quiere paternalismos. Porque aunque sigue renegando de la política, se trata de una ciudadanía que sabe, entiende o al menos intuye que ya llegamos al final de un camino. Es lo que se denomina “un fin de ciclo”.

Cualquier partido político, y en especial el Partido Socialista, debe asumir que hoy existe una distancia considerable entre la ciudadanía y las instituciones de la democracia representativa. Necesariamente debemos preguntarnos, e intentar responder desde el socialismo, cuáles son las nuevas demandas que la ciudadanía hace a la democracia y cómo se hace la síntesis entre la demanda por un tipo de democracia que abra espacios a la participación y sus instituciones representativas.

En Chile no hemos sabido cómo hacernos cargo de uno de nuestros problemas de fondo. Nuestra institucionalidad no es percibida como legítima y por eso se requiere avanzar hacia un nuevo pacto constitucional donde la ciudadanía sea protagonista.

En el PS nos toca hacer política bajo un modelo que no nos gusta. El problema es saber hasta dónde queremos cambiar el actual estado de cosas. Entendemos que se debe seguir contando con una activa participación de un sector privado moderno, pero claramente ya no podemos seguir en una economía nacional sólo pensada en función del extractivismo de los recursos naturales y su exportación sin valor agregado. Este no sólo es un patrón económico cuestionado por décadas, sino que una fórmula que dista siquiera de parecerse a la utilizada por aquellos países con que nos gusta compararnos, especialmente de la OCDE.

Es nuestra obligación como socialistas explorar nuevas respuestas y nuevos caminos por donde transitar a un nuevo futuro. Un futuro común, construido participativamente, pensando en la diversidad cultural y territorial del país, y donde el PS, cumpla su rol de ser canal e intérprete de las corrientes de opinión o pensamiento que se expresan en la ciudadanía, aspirando a representarlas, ofreciendo a chilenas y chilenos un proyecto, un sueño, un imaginario, un relato y un programa.

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