Indignados

Jaime Maldonado
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Hace poco comentaba que los estudiantes habían llamado a la consciencia social respecto del sistema educacional, lo cual nos vino a hacer cómplices a todos de un problema que se venía arrastrando por años; reclamaban que los últimos gobiernos no intentaron una solución definitiva; esto es, un nuevo sistema educacional, sino meros atenuadores para aplacar la efervescencia. Comenté "ya es marzo y los niños podrían ponerse inquietos, porque nada ha cambiado" y como muestran las noticias recientes, otra vez estamos igual que antes. Nada ha cambiado.

Peor aún, no es sólo un problema del sistema educacional. Sin ir más lejos, pensemos en el caso de las AFP. Mientras que el anterior gobierno eludió el problema de las exiguas pensiones, el actual se decidió a resolverlo. Sin embargo, lo hizo sólo porque salió a la calle más de un millón de indignados; entonces entraron en razón que había que buscar una solución, ya que en caso contrario, la gente podría causar muchos otros problemas.

Al igual que en el caso de los estudiantes, no se buscó una solución plena, satisfactoria, con sentido social, sino que se trataron de resolver cuestiones menores, a las cuales se les pudiera denominar inicio de un cambio histórico, para que así, los indignados desocuparan las calles y se fueran a sus casas a esperar.

En efecto, la primera solución fue un aumento del aporte que beneficiaría a una persona tipo que debe vivir con $93.543, quien recibiría $9.354 adicionales, lo que le permitiría comprar unos 300 gramos más de pan al día. Estos son números mágicos diseñados para separar el bienestar de la miseria.

Pero la expectativa que movió a los indignados fue la idea de diseñar un nuevo sistema de pensiones, cosa que no se consideró en esta reforma.

Da que pensar que los indignados ya no sólo estarán indignados por las bajas pensiones, sino que, al igual que los estudiantes, porque el Estado los ha hecho esperar en vano y no pretende resolver el problema social definitivo, sino  que quiere persuadirlos con un supuesto inicio de un gran cambio histórico, que pareciera que no va a funcionar si se hace así.

Así como la reforma educacional fue recientemente rechazada en el Congreso porque no convenció ni siquiera a los políticos afines al gobierno, así también, la reforma de la previsión - aún más precaria-, está próxima a pasar su prueba de fuego.

De nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pasen las marchas de gentes indignadas. Algunos se convertirán en parlamentarios, otros se conformarán con patear un tarro en la calle.

Llegará la primavera con muchas promesas  electorales y nos volveremos a preguntar ¿qué más debemos hacer, aparte de ir a votar otra vez, si nada ha cambiado?

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