La cobertura al totalitarismo

Desde hace un tiempo, y amplificado por las redes sociales, ciertos grupos de ideología fascista han estado realizando acciones intentando llamar la atención, y, lamentablemente, lo han logrado gracias a una mal entendida libertad de expresión. Han obtenido cobertura nacional y reportajes en medios de comunicación masivos, siendo que con seguridad no pasan de ser grupos muy minoritarios.

Toda sociedad democrática debe ser intolerante con la intolerancia, de lo contrario estos movimientos totalitarios pueden aniquilarla. Esto no es invento nuestro, lo postuló el filósofo austríaco Karl Popper en 1945, al ver lo que había ocurrido en Alemania, Italia y España al aceptar movimientos fascistas que terminaron con los países destruidos y, lo peor, con millones de muertos.

Es contradictorio que una sociedad democrática deba ser intolerante, sí. Por algo esta idea se llama “La Paradoja de Popper”.

En columnas anteriores hemos hablado de lo inaceptable que es que hasta el día de hoy figuras públicas justifiquen y aplaudan la tortura y las atrocidades cometidas durante la dictadura, haciendo que gran parte de nuestros compatriotas encuentren esto como correcto y dentro del marco de la libertad de expresión.

De la misma manera, es responsabilidad de los medios no aceptar ni difundir las ideas de quienes defienden el racismo y la supresión por medios violentos de cualquiera que no esté dentro de su limitada visión de sociedad.

Esto figura en la ley de medios (Ley N° 19.733, Artículo 31), pero nadie parece haberla revisado.

En línea con esto nos parece correcto que el actor Alejandro Goic se haya retirado del set ante la llegada de una conductora que en su collar luce una réplica de un corvo con el que se mató a tantos compatriotas en un pasado no muy lejano.

En Europa y otras sociedades democráticas hay severos castigos, no solo legales sino también sociales, a quienes justifiquen o defiendan cualquier totalitarismo, hablen contra la inmigración y a favor del racismo, la misoginia, la homofobia y otras perlas de ese tipo de pensamiento.

La idea posmoderna de que todas las posturas son válidas tiene límites, y es más allá de esos límites donde empiezan el fascismo y los totalitarismos.

Esperemos que para la próxima vez que estos grupos realicen alguna intervención para llamar la atención solo encuentren el silencio y que sus pobres ideas sean cenizas al viento, como las de Hitler a las orillas del río Spree.

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