La DC hoy y su disyuntiva

Miguel Angel Schuda
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Los demócratas cristianos nos sentimos orgullosos de la enorme contribución que hemos hecho al desarrollo social y económico de nuestra patria.

Desde nuestro nacimiento a la vida política,  se ha luchado luchado por un desarrollo social, político y cultural de nuestra sociedad, dando pasos  gigantescos en esas direcciones.

La Reforma Agraria, la Chilenización del Cobre y su nacionalización definitiva, la Promoción Popular, la sindicalización campesina, las reformas a la educación y la previsión, la protección a la natalidad, la ley de divorcio y del aborto,  incluso con lo que nos significó por nuestras raíces católicas, pero siempre pusimos por delante los cambios en la sociedad y sus nuevas realidades.

La enorme contribución de los gobiernos de Aylwin y Frei  RT en la disminución de la pobreza.  Siempre pusimos por delante las personas  y sus derechos. Y una de las más importantes, nuestra lucha contra la Dictadura y el retorno a vivir en Democracia. Y tantas otras que no es el momento de mencionar, pero que el pueblo chileno sabe dimensionar y valorar.

En los últimos 30 años esta lucha la hemos enfrentado en alianza con otros partidos, que comprendieron que la división de los años sesenta nos llevó a la mayor tragedia política y social  que el país ha vivido. Siempre las alianzas implican renunciar a parte de tus principios y proyectos por el bien común.

Muchas veces recibimos (y también replicamos) ácidas e hirientes críticas por nuestras posturas de nuestros socios y/o aliados,  y que se manifestaron con mayor fuerza cuando parte de nuestros aliados históricos no apoyaron debidamente la candidatura de nuestro candidato Eduardo Frei RT el 2009, propiciando la llegada al poder de la derecha con Sebastián Piñera. No fue el PC el que se restó, ellos en segunda vuelta pusieron sus votos a nuestro candidato.

En la reciente elección hemos pagado un alto costo electoral,  particularmente en la presidencial. Nuestro discurso fue confuso, poco claro y algo errático.

Sobre todo por algunos camaradas que hablaban a nombre de la DC, sin ser parte de su Directiva ni del Comando, pero que por tener gran acceso a los medios de comunicación, se les escuchaba  una propuesta llena de críticas a lo que este Gobierno ha hecho y a la constante idea del término de nuestra actual alianza y a lo que llaman “recuperar nuestra identidad”, la cual pasa, al parecer de algunos, de separarnos de cualquier forma de relación política, por táctica que sea, del PC.

A la vista de los resultados obtenidos, tanto por la DC (5,88%) como por el PC (3,88%), parecería  que ambos  deberíamos hacernos el mismo cuestionamiento.  Cualquier análisis político serio, concluirá que esto es completamente errado.

Esta Alianza la construimos también nosotros, participamos en su programa y proyectos  y en su implementación hemos sido actores importantes. Nadie duda que todo se pueda hacer mejor o que, en su desarrollo, no se hayan cometido errores, pero el sello del país que buscamos está intacto y mejor que al inicio de esta Administración. 

Debemos sentirnos orgullosos de sus logros y responsables de sus fallas. El pueblo fue claro en castigar esa ambigüedad.

También, la última elección,  puso en su real y sincero reconocimiento  la gestión de la Presidenta Bachelet, echando por tierra el falso mensaje que construyó la derecha,  de que el país rechazaba su gobierno y reformas emblemáticas.  La nación no solo las comparte sino que también  nos indicó que ese es el camino correcto.

Es cierto que la buena  votación  obtenida en Diputados,  no se traspasó a la presidencial en ningún distrito del país, pero tampoco ayudaron, los que usando los medios de comunicación,  confundieron a nuestro electorado.

Nadie los vio en la campaña y muchos se negaron a participar como candidatos y/o a trabajar en el comando o  acompañando a Carolina Goic, ya sea  en terreno o proponiendo temas e ideas, como sí lo hicieron, con gran compromiso partidario, entre otros pocos, Pedro García y Jorge Burgos.

Como no  valorar el gran aporte de nuestra  candidata, Carolina Goic,  que con un enorme sacrificio personal y político tuvo que enfrentar esta elección con este escenario.  Ella llevaba lo mejor de nuestras ideas, proyectos y programas,  pero en la vorágine discursiva de tantos, se perdieron  en la borrasca. Además que la sabiduría de nuestro pueblo, entendió que los proyectos no colectivos, por buenos que sean,  no conducen a ninguna parte.

Hoy tenemos dos candidatos y ninguno es DC, pero el país debe saber dónde queremos y debemos estar los demócratas cristianos.

La derecha con S. Piñera intentará por todos los medios detener el proceso de reformas y cambios que nuestra sociedad está enfrentado y necesita,  para un desarrollo justo, inclusivo y donde se respeten los derechos sociales básicos, como derechos y no como bienes de consumo.

Donde se proteja el bien común por sobre el individual, se respete el desarrollo sustentable y nuestros bienes naturales. Con el concurso vital de lo público y lo privado y entendiendo que para la justicia y desarrollo social, necesitamos crecimiento económico, porque sin el, lo anterior se hace agua. 

También debemos rechazar a aquellos que hablan que es mejor un gobierno de derecha ya que con ellos “se agudizan la contradicciones”, léase que el pueblo la pase mal, para que en 4 años más lleguemos al poder con más fuerza. Postura egoísta y cortoplacista, que además es irreal e incoherente con sus públicos discursos.

Todos sabemos lo que significa, exactamente, lo que  haremos el 17 de diciembre.

Primero, si votamos y por quién votamos, pero también sabemos lo que estoy haciendo cuando no voto, en sus múltiples formas que esto  tiene, anulando, votando blanco o absteniéndose de participar.

Tenemos clarísimo qué significado tiene cada una de estas formas  y que  mi decisión implica cooperar y apoyar a uno de los dos candidatos y lo que representan cada uno de ellos y el tipo de  país que quieren.

Las máximas autoridades partidarias, su Mesa central y el Consejo Nacional, además de la propia candidata, han manifestado claramente cuál debe ser la postura de los demócratas cristianos.

Cualquier justificación es, por alambicada que sea,  un eufemismo, ya que votar nulo, blanco o abstenerse es favorecer directamente a la derecha y su candidato. Lo demás es, como tantas veces se dice, “solo música”.

Estoy seguro que los DC sabemos lo que se juega y con quién, nuestros  principios y valores, de una sociedad más justa, inclusiva, de derechos sociales y también de responsabilidades, de respeto por nuestra institucionalidad, de cambio y desarrollo, estarán más  protegidos.

Lo anterior no es posible para nadie implementarlo solos, con caminos propios o recorridos individuales, necesitamos estar en Alianza con aquellos que tienen horizontes y proyectos similares a los nuestros y con los cuales ya hemos recorrido gran parte de nuestra vida partidaria.

Nadie dice que va ser fácil, pero ahí debe estar lo mejor de nuestra sabiduría, colaboración, cohesión,  fuerza y unidad partidaria, para que este país tenga el crecimiento, en todos los sentidos, que se merece.

Creo entonces  que la disyuntiva de la Democracia Cristiana no existe.

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