La derecha quiere cambiar la historia

La obsesión de Sebastián Piñera y la derecha por acomodar la historia a su conveniencia tendrá un nuevo capítulo en este nuevo aniversario del triunfo del NO, en el Plebiscito del 5 de octubre de 1988.

En efecto, el gobernante se “quiere vestir” conmemorando un hecho histórico que abrió el camino del retorno a la democracia en Chile, pero tropieza con un problema no menor, el pinochetismo está dentro de su gobierno y en su entorno son decisivos “operadores” que se distinguieron en su empeño y tenacidad para conseguir que el dictador se mantuviera en el poder.

Desde Chadwick, su ministro del Interior, miembro de las Comisiones Legislativas de la Junta Militar en los 80, fundador de la UDI, que con Jaime Guzmán y Pablo Longueira, en marzo de 1988, quebraron al recién formado partido de la derecha Renovación Nacional, por estimar “dudoso” su apoyo al dictador, ya que en su interior circulaba la tesis de pedir a la Junta Militar - que debía convocar el Plebiscito - que el nombre a ratificar para los 8 años establecidos en la Constitución del 80, no fuera el de Pinochet.

De hecho, en la noche del 5 de Octubre, RN reconoció la victoria del NO, mientras Pinochet quería imponer el Estado de sitio y desde La Moneda convocó con ese objetivo a los Comandantes en Jefe sin conseguirlo, en esas horas decisivas y dramáticas, la UDI guardó silencio a la espera de la decisión del dictador, tras el ministro Sergio Fernández, paladín del continuismo pinochetista.

A ellos se suma el Jefe del gabinete del Presidente, Cristian Larroulet y el ministro de Justicia, Hernán Larraín, que ha salido a la palestra con una tesis que quiere cambiar la historia de forma definitiva, dice que votó por el SÍ a Pinochet y agrega “el hito histórico es que se terminaba un régimen y empezaba otro”, simulando que el dilema entre dictadura y democracia no existía.

Luego de 30 años se pretende camuflar el respaldo de la derecha que usufructuaba el poder en 1988 a Pinochet, incluso cuando el dictador arriesgó la estabilidad del país y la vida de innumerables personas inocentes al retardar la entrega de los cómputos y no abandonar la opción de emplear el siniestro dispositivo de intervención militar que tenía acantonado en las unidades castrenses de la zona oriente de Santiago.

Hay que tener un descaro demasiado grande para intentar desfigurar los hechos de esa manera. El significado del triunfo del NO radica precisamente en que derrotó el intento de Pinochet de perpetuarse y en quebrar su resistencia ante la necesidad histórica del país de retornar al régimen democrático. 

Ese logro radica en su profunda y potente fuerza social, una movilización sin precedentes que echó por tierra los planes del régimen, así como levantó una organización en todo Chile que anuló los esfuerzos de los alcaldes designados y otras autoridades pinochetistas de manipular los comicios o de intentar un fraude a la hora de entregar los resultados definitivos.

El 5 de Octubre de 1988 se constituyó en un escenario político e institucional en que la nación chilena restableció su derecho a la autodeterminación y la libertad de elegir sus gobernantes, de triunfar Pinochet con el SI el resultado era su perpetuación definitiva.

No cambiemos la historia, por una vez, la derecha podría reconocer lo que hasta ahora niega, que estuvo con Pinochet hasta el final y que la restauración de la democracia se debe a la lucha indoblegable del pueblo de Chile, de sus ciudadanos honestos de todo el espectro y de los partidos populares de centro e izquierda que dieron la sangre de sus mejores militantes para conseguirlo.

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