La distinción es entre conectados y desconectados

La gran necesidad del momento es equilibrar la agenda política con una más presente agenda social. Todo proyecto que lleve a mayor equidad, más seguridad y más respeto para las personas, ha de tener prioridad por sobre otras consideraciones. 

En el Parlamento resulta inútil buscar el protagonismo político de los congresistas, porque eso está produciendo un nulo efecto sobre la evaluación que de ellos tiene la ciudadanía. Los parlamentarios están trabajando con una intensidad que no se había visto antes. Sin embargo, las encuestas de opinión muestran que su prestigio, como colectivo, no se ha movido un milímetro. 

El valor del tiempo inmediato que tenemos por delante se multiplica en comparación con un período normal. En las escasas jornadas que quedan, antes del receso de febrero, lo que se debe acumular es la confianza pública de que se están buscando y encontrando soluciones a los problemas de los ciudadanos. 

Con la votación a favor de destituir al intendente Felipe Guevara, se ha colmado la cuota en el tiempo y la atención que se le puede dedicar a las acusaciones políticas. No porque sean inapropiadas sino porque resultan impertinentes. Hay que focalizarse. La prioridad es social y el protagonismo ha de centrarse en responder al interés ciudadano en previsión, salud, educación y seguridad. 

Si el interés ciudadano por lo que pueda decir el Presidente se acerca mucho a la indiferencia, habrá que imaginarse la atención que pueda concitar la acusación contra Guevara. 

En cambio, la opinión pública sí puede ser muy receptiva a que los proyectos de ley, en sus temas prioritarios, estén pasando a un segundo plano, producto de la atención mediática puesta en un juicio político. 

Este es un punto sobre el cual han dirigido su atención algunos alcaldes. La comunidad les otorga plena credibilidad cuando lo hacen. De hecho, si se concentraran en exigir al Parlamento que legisle en torno a una agenda social prioritaria, de verdad estarían entregando un aporte fundamental al bien común. Lo mismo ocurre cuando se destacan como contraparte, frente al gobierno, para asegurar la efectividad de sus acciones en las áreas señaladas más arriba. 

Donde los alcaldes y concejales tienen todas las de ganar no es priorizando el corte gobierno-oposición, sino privilegiar la distinción entre conectados y desconectados. Que es lo mismo que decir entre ubicados y desubicados, desde el punto de vista de la gente. 

Pero para que puedan cumplir con este rol, las autoridades municipales no pueden permitirse el error recién cometido, poniéndose a intervenir la agenda política que resulta ser de completa responsabilidad de gobierno. Desubicados hay en todas partes. Lo importante es que no predominen. 

De lo que se trata no es de que algunos alcaldes y concejales lo hagan bien, sino de que, todos juntos, ayuden a establecer una agenda nacional que tenga plena pertinencia. Ante la ausencia una conducción fuerte, lo que queda es que el sentido común adquiera una vocería que se imponga de puro sensata.

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