La economía en tiempos de elecciones

El crecimiento es el pie forzado de nuestra economía y en eso, creo que no hay dos opiniones. Cifras que de seguir ahondando en el pesimismo nos pueden llevar a perder la competitividad en la región y en el mundo, y con ello generar los consabidos males que afectan a una economía estancada, como la afectación al empleo.

Conocimos una proyección realista del Banco Central, pero con un nivel que puede mejorar, eso no es ficción. Es cierto que recién salidas del horno las últimas cifras de Imacec son negativas, con recortes de la proyección de crecimiento y llegan en medio de una campaña electoral en ciernes, entonces es natural preguntarse cómo este mal ciclo económico puede ser usado como caballo de batalla en la campaña, arriesgando exacerbar un debate que requiere calma y cabeza fría.

El presidente del Banco Central señaló en su Informe de Política Monetaria que un cambio político no es la solución para revertir las malas cifras del ciclo económico que enfrentamos y que - más bien - se requiere remar hacia revitalizar nuestra estructura productiva, el mercado laboral y por sobre todo, la productividad.

Debemos hablar sin ansiedades, con evidencias sobre la mesa y conscientes de la presencia de la campaña electoral en el horizonte. Actitudes irresponsables, cortoplacistas y mezquinas de algunos candidatos que hacen declaraciones ofreciendo doblar el crecimiento como si fuera magia, le hacen demasiado mal al país.

Esta actitud es peligrosa y va derechamente en contra de lo que se está tratando de lograr con un proceso democrático y donde primen el  clima de diálogo y análisis frío que nos permita incentivar una curva de crecimiento al alza.

La tarea es de tal magnitud y abarca asuntos tan complejos y de larga data, que no basta con disparar desde la trinchera ideológica. Por ejemplo, la propuesta de rebajar la jornada laboral, recibió críticas y alabanzas casi por igual. Personalmente, creo que lo relevante es poner el punto en la competitividad, la productividad, el mercado laboral y la calidad de vida de los trabajadores. 

Esperemos que de ese debate salgan ideas consensuadas acerca de qué medidas sí pueden revitalizar el mercado del trabajo y la productividad, al tiempo que incentiven la cultura del Bienestar. Pero claro, es necesario ofrecer al país alguna opción de adelantarnos a cifras de empleo cada vez peores y evitar se vuelva algo estructural.

Necesitamos acciones serias, con visión de país, lejos de cualquier populismo. Ello para contrarrestar el hecho de que algunos insisten en que las cifras económicas de este momento son reflejo de las reformas impulsadas por este gobierno: declaraciones cuya liviandad e irresponsabilidad son de una soberbia que asusta.

El bajo crecimiento y el impacto que eso tiene en el empleo, la competitividad y la productividad, es un asunto que como país debemos revertir en un ambiente de unidad, de habilidad técnica, de sinceridad y patriotismo que muchas veces falta en tiempos de elecciones.

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