La frase de Arancibia

Con un falso calificativo, como que su situación "no corresponde a un Almirante de la República", definió su caso quien fuera Comandante en Jefe de la Armada, desde noviembre de 1997 hasta junio del 2001, en que presentó su expediente de retiro para presentar su candidatura a Senador, por la UDI, en Valparaíso. De modo que de acuerdo al artículo 7 de la Constitución, carece de la autoridad e investidura que invoca a la que no puede recurrir bajo pretexto alguno.

Aquella fue una maniobra temeraria, Jorge Arancibia, el 2001, aparentaba estar comprometido con el plan de modernización de su institución, pero irrumpió como pieza clave de una maniobra urdida en la UDI, cuya alma era Pablo Longueira, para bloquear a Sebastián Piñera en su retorno al Senado, como paso previo para las presidenciales del 2005.

Abandonó la no deliberación propia de la carrera militar, obligación que por honor rige a los hombres de armas, para meterse en un tema de la contingencia política de segundo orden, un asunto de alcance electoral  provocado por una acción ciega y estéril de la UDI que trataba de asegurarse el acceso a La Moneda, con Lavín como seguro abanderado para el 2005, bloqueando la ruta al Senado de Piñera, ese año, el 2001.

Pero, lo que pensaron o diseñaron no fue el destino final. La UDI terminó entregada a Piñera y este último a la primera. De modo que si bien bajo la dictadura, el Almirante Merino lo ascendió y le aseguró el futuro situándole como Edecán de Pinochet, su asociación con Longueira tuvo un resultado aciago.

Por eso, cuando Piñera obtuvo la nominación de la derecha, Arancibia no tuvo cupo senatorial, los elegidos de ese "sector" fueron Chahuan y Lavín. Finalmente, al ganar la Presidencia el 2009, como la cuenta no estaba saldada, Arancibia aunque había sido Comandante en Jefe de la Armada y senador era una pieza menor y hubo de conformarse con un discreto pero inevitable alejamiento como embajador en Turquía.

De modo que no es intocable como trata de presentarse en la polémica que sostiene con el Subsecretario Mahmud Aleuy. Ha tenido que sentir el sabor amargo de la derrota. Su precipitación e incapacidad de manejar su ambición política le costaron caro. No fue su conducta la de un hombre de Estado, fue la de un activista de Partido ansioso de cumplir los caprichos de su jefe, el entonces Presidente de la UDI, Pablo Longueira.

De modo que Arancibia no puede ahora auto definirse como Almirante, tal distinción y grado militar en Chile recae en una sola autoridad, la de quien ejerce en tiempo presente como Comandante en Jefe de la Armada; lo demás es simplemente una retórica inconducente o simular una investidura que no se tiene y a la que se recurre con fines mediáticos.

Luego de su carrera naval hoy es un ciudadano más, Arancibia fue senador y es un político activo no cabe duda, pero precisamente por lo mismo no puede recurrir a distinción militar alguna para sostener o intentar avalar juicios sobre la contingencia y, menos aún materias que comprometen el trabajo  de las fuerzas castrenses en tema de inteligencia que son asuntos estrictamente institucionales y que no pueden ser manipulados o afectados por intereses subalternos.

Por mucho que el sistema político resienta severamente la desafección que se ha generado en la ciudadanía hay un límite que no se debe traspasar, ese es el de la separación absoluta de los temas de Estado de aquellos que son exclusivamente de la contingencia.

El ex senador no lo supo hacer en su momento y tampoco es capaz de hacerlo ahora. Lo que sí sabe es cambiar sus dichos públicos cuando declara ante la Fiscalía. Se comprueba que ya no está en condiciones de amedrentar con un poder que no tiene.

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