La institución Presidencial en peligro

El Presidente Sebastián Piñera hizo detonar nuevamente un problema que se arrastra desde su primera administración: el adecuado resguardo de la institución presidencial. Y es que pareciera ejercer sobre él cierto tipo de adrenalina esto de jugar siempre en el borde: iba a hacer uso de dos días “administrativos” para asistir a “título personal” a un seminario de alto nivel en Estados Unidos.  

La crisis del agua en Osorno, y el literal tormento de ciudadanos resistiendo, a esa fecha, cinco días sin el vital elemento se lo impidió. Seguramente, sería el salvavidas de plomo que habría evitado un nuevo bochorno para el país. Mas, no así el problema.  

La emergencia en Osorno terminó, y de forma colateral, se abre un nuevo debate indispensable de abordar, sobre la naturaleza de la institución presidencial. 

¿En qué condición iba el Presidente a Estados Unidos? 

¿En tanto ciudadano, en tanto empresario o en tanto Presidente? 

Ocurre que, la condición o la naturaleza de la institución presidencial no solo es indelegable sino que además indivisible, pues de lo contrario alteraría la esencia de la propia institución que representa. Sebastian Piñera no puede ser Presidente de la República solo algunas horas al día o solo algunos días de la semana.

Su condición la lleva consigo en todo tiempo y circunstancia. Detentar la institución presidencial, cosa que para cualquier ciudadano constituiría un honor, para él pareciera ser una carga demasiado pesada de llevar. 

Resultaba inimaginable que Sebastián Piñera tuviera encuentros, reuniones, almuerzos o cenas en el marco de dicho seminario a “título personal” y no en representación del Estado de Chile. Claro que no.

El Presidente de la Republica tiene una primera y única responsabilidad, y no es otra que cautelar y defender los intereses del país. ¿Qué interés soterrado existía detrás de este viaje que hubiera sido necesario desprenderse, temporalmente, del alto cargo que las chilenas y chilenos le hemos conferido?  

El oficialismo no puede esperar entonces que no se incube la sospecha sobre quién nos gobierna, a menos que crean que todo el resto somos ciudadanos despistados que no nos damos cuenta de lo que ocurre. Con extremo desenfado, el Presidente Piñera iba a Estados Unidos a hacer negocios.  

Entre medio de todo el tráfago político del último tiempo, y del calvario de las y los osorninos, este pequeño detalle pasa un tanto desapercibido cuando sobresalen los detalles sabrosos del Presidente viajando en no sé qué tipo de clase y en no sé qué tipo de avión. De paso, atentando contra la propia seguridad de la institución que él representa. 

Los franceses, por ejemplo, entienden perfectamente la sobriedad que implica la República. Tuvieron un paréntesis con Nicolás Sarkozy, ya que nunca les terminó de cuadrar el hecho de que su Presidente vacacionara en Egipto viajando en jets privados. Por eso, Macron volvió a caminar solocomo para recuperar un poco el objeto simbólico de la dignidad que detenta. 

Al Presidente Piñera no le vamos a pedir que sea Mitterrand. Con el mayor de los respetos. Lo mínimo, eso sí, es aquello exigible en todo sistema republicano, resguardar la dignidad del cargo. En esto, Sebastián Piñera podría echar una mano, pero de eso, aún, nada de nada.

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